1

Muchas somos (o hemos sido) Kate

Veo con estupor el revuelo que ha causado la noticia de la enfermedad de la Princesa de Gales. Y advierto con mayor perplejidad los comentarios posteriores a una confesión que, por muy personaje público que sea, se ha visto obligada a hacer.

Tampoco estoy de acuerdo con los titulares de la prensa sensacionalista afirmando que «Kate tiene cáncer «, cuando ella misma ha revelado que tras una intervención quirúrgica con evolución favorable se tiene que someter a un tratamiento de quimioterapia preventivo. Y nadie ha salido al paso aclarando que si la operación ha ido bien, el tratamiento no es curativo sino coadyuvante, esto es, con la finalidad de que el cáncer no vuelva a aparecer. Y teniendo en cuenta su edad y los protocolos médicos, tras la confirmación de la anatomía patológica, sus médicos han decidido un tratamiento completo, que aunque molesto impida que el tumor vuelva a reproducir. 

La princesa Catherine ha sido muy valiente saliendo en persona a dar explicaciones de una situación que, por los tiempos, es imposible que aún haya podido asumir. Pero qué es confesar un problema de salud cuando por no desvelarlo se rumorean teorías conspiranoicas acerca de la fidelidad de su marido, unos hipotéticos problemas mentales o una situación de coma inducido tras la enfermedad. 

Ahora todos se sorprenden de la noticia de su padecimiento y comprenden que la princesa, que también es persona, esposa y madre, haya guardado silencio durante poco más de dos meses y prometen dejarla tranquila. Eso mientras comentan su palidez, la ceja maquillada (como si fuera algo excepcional) o si el pelo será realmente el suyo.

Y creo que esto no es sólo culpa de los medios, sino de la sociedad en sí. No entiendo el morbo que produce una persona enferma, especialmente si está en tratamiento contra el cáncer. Los pacientes alcanzan miles de seguidores en redes sociales y sus seguidores se sorprenden de que, en ocasiones y entre gotero y gotero, consigan hacer vida normal. El problema son los restantes pacientes que posiblemente su cuerpo no tolere tan bien el tratamiento,  a los que se les hace creer que no son suficientemente luchadores o vinculados a la causa. 

Nadie ha comentado que Kate tiene suerte, muchísima. Acceso a la mejor medicina a nivel mundial, el apoyo de un marido que ya había sufrido bastante, unos hijos que la adoran- y cuya protección está por encima de todo- y unos padres y hermanos que nunca han dejado de estar a su lado. Pero por muy realeza que sean, todos sufren, sienten y padecen, y nadie ha pensado en ellos.

Y esto y a pesar de no pertenecer a la familia real, nos pasa también al resto de los mortales en nuestra vida real. Aún recuerdo tras mi primera operación a alguien que me comentó que «no me había quedado tan mal», o en un cumpleaños infantil preguntarme si podía comer donuts, porque en ese momento me estaba deleitando con uno. En mi mente pensé «donuts y todo lo que me dé la gana, y encima no engordo» pero eso no importó porque soy consciente del morbo que suscité tras mi intervención y mi posterior recuperación. También preguntas indiscretas a mis amigas médicos sobre mi tipo de tumor, si era bueno o malo, pero nunca acompañado de un mensaje de aliento o amor.

Menos mal que mis hijas, de entonces 3 y 5 años, fueron las primeras en conocer el estado de su madre, a quien todos observaban a ver si su pelo era real o podía llevar vida normal. Y ellas, de primera mano, han sido conscientes de las secuelas de las operaciones  el tratamiento y la posibilidad de hacer de nuestra vida algo normal. Y no, el pelo siempre fue mío y mi piel envidiable, eso está en los genes.

Muchas pacientes oncológicas, como Kate, tenemos la suerte de tener una sanidad pública excepcional, con unos médicos humanos y formados que nos curan y dan su vida y su tiempo a sus pacientes. También una familia y amigos maravillosos que nos ayudan a seguir adelante y llevar una vida normal. Y un público anónimo que cuando te recuperas rumorean lo bien que llevas la cara sugiriendo un posible retoque estético, y otros que sin conocerte te admiran y piropean constantemente como si de una actriz de Hollywood te trataras. 

Por eso, muchas somos, o hemos sido, Kate, pero sin embargo somos afortunados de no tener que declarar públicamente nuestro historial médico para acallar esas bocas que, desocupadas, en lugar de mostrar empatia, seguirán comentando el estado físico de la Royal inglesa por el mero hecho de comentar por comentar. 

Estoy segura de que Kate se recuperará por completo y que entonces se sentirá igual de afortunada que yo por darse cuenta de lo que de verdad importa. Y a pesar de la enfermedad que ya no está en su cuerpo y por eso toma tratamiento preventivo (y no curativo) descubrirá el placer de estar con los suyos, valorar las pequeñas cosas y ser feliz a pesar de las adversidades. Y lo que digan los demás, después de un tiempo alejada, le dará completamente igual. 

Bravo Kate, le has dado a todo el mundo un ejemplo de educación y saber estar inglés. Y sí, estás Masqueguapa  porque eres fuerte, valiente y lo tienes todo para poder recuperarte. Good Save The Future Queen. Y como dice la canción «Everything Will be all right».




¿Actitud positiva o realismo frente al Covid19?

Mañana hará cuatro semanas que la
mayoría de españoles estamos confinados en casa. Unas semanas extrañas, por
llamarlo de alguna manera, en las que cada día recibimos una noticia u otra, y ninguna
la verdad ni positiva ni esperanzadora. Las peores son el número de muertos
diarios, que se mencionan en la televisión en cuantía, como si se hablara de
kilos, de euros o de la bolsa que sube y baja. “Hoy hemos tenido 689 muertos,
la mejor cifra de lo que llevamos de pandemia”. La mejor cifra porque como el
día anterior había 743 es evidente que la muerte de 689 muertos nos alivia
soberanamente.

A todos los medios de
comunicación y en especial a los portavoces del Gobierno que cada día salen
para darnos las cifras del día, se les olvida que detrás de cada fallecido,
ahora que ya hemos superado los 15.000, que se dice pronto (y lo pongo en
número porque resulta más escandaloso) hay una familia: Hijos, esposos/as,
madres/padres y amigos que lloran la muerte del ser querido y al que además no
pueden despedir como se merece por las especiales circunstancias que estamos
viviendo por el COVID19. Pero sí, tener hoy 689 fallecidos es una buena
noticia.

Por otra parte nos hablan de la
curva, y si ésta sube, baja, o es plana o en punta. Términos que sólo los
matemáticos o especialistas en estadística entienden. “Qué bien que ha bajado
la curva”, dicen unos, “ahora ya se ha aplanado”, dicen otros. El caso es que
la curva sube y baja y nosotros seguimos encerrados, los contagiados ingresados
y el número de fallecidos incrementado.

Por lo tanto, ¿Cómo es posible
que frente a este drama sigamos siendo positivos? ¿Cómo puede ser que cada día
que nos levantamos pensando en que ya queda menos para salir, pongamos la tele
y nos anuncien que de nuevo van a prorrogar otros quince días más el
confinamiento? Y yo me pregunto, ¿Pero cuantas prórrogas llevamos ya?  ¿Es lunes, martes, ya estamos en abril?

Y sí, reconozcámoslo, esto es
insoportable. Que sí, que buscamos cada día un entretenimiento, que haciendo
pasteles se nos pasa la tarde, que estamos leyendo más libros que si
estuviéramos haciendo el grado en literatura universal y que con tanto
ejercicio sin salir de casa tenemos los brazos mas fuertes que en la vida. Y
sí, somos positivos, alegres, emprendedores, comprensivos… Pero en ocasiones ya
comenzamos a sugerir que estamos hasta el moño.

Las noticias económicas que
llegan a nuestros hogares tampoco son nada alentadoras. Que si cuando salgamos
nos quedaremos sin trabajo, las empresas se irán a pique, tendremos que salir
escalonados y hasta que estos pies puedan pisar un bar aún pasaran tres o cinco
meses, dependiendo de lo que encada momento vayan diciendo. Eso si el bar sigue
en pie, desde luego, porque el dueño ha tenido que perder todos sus ahorros
para seguir con su negocio.

Por eso yo me pregunto,
¿Positivos ante el confinamiento por el COVID19, con este estado de alarma,
estas noticias terribles, tanta gente sufriendo por una cosa u otra? Y la
respuesta es SÍ, en mayúsculas, hay que seguir siendo positivos. Pero seguir
siendo positivos no significa que seamos irracionales o vivamos en un mundo
distinto al que nos rodea. Que pensemos que todo va a salir bien, que en
realidad el covid19 no nos va a afectar o que es el país de las maravillas
porque la vida nos está dando una oportunidad para seguir juntos, pasar ratos
en familia y convertirnos en el mejor concursante de masterchef de todos los
tiempos.

El positivismo ante el COVID19,
desde mi punto de vista, comienza por ser conscientes de la realidad. Darle a
las cosas el valor que tienen; Ser empáticos con aquellos que están tristes por
la pérdida de un ser querido y estar pendientes de ellos, días después de
haberse producido el óbito. Ser emprendedores, buscar fórmulas para paliar este
encierro y ayudar a aportar lo que haga falta: ya sean mascarillas, pantallas,
ideas a través de tutoriales o canciones que alegren al prójimo. En casa,
aguantar nuestro mal genio, nuestro hartazgo, y generar un buen ambiente,
aunque nos hayamos levantado con mal pie. Estudiar, ver series o películas,
entretenernos con lo que nos gusta. A veces, ser egoístas y darnos un pequeño
capricho…

Positivismo sí, pero nunca
irrealidad. No confundamos los sentimientos, lo que está pasando de verdad. No
miremos hacia otro lado, como si no estuviera pasando nada, y de vez en cuando
quejémonos, que razones tenemos y muchas. Eso significa que somos humanos,
realistas y que tenemos ganas de superarnos a nosotros mismos y de continuar. Y
de aguantar, y de seguir.

Porque ser positivos no significa
ser un expendedor constante de sonrisas y purpurina, y gritar a los cuatro
vientos lo felices que somos. Ser positivos comienza por ser realistas, bajar a
veces al suelo y levantarnos otra vez. Ser empáticos con los que lo están
pasando mal, sufriendo, y ayudarles a que salgan adelante.  En eso consiste el positivismo de estos días,
y sí, también en ser conscientes de los afortunados que somos de poder
quedarnos en casa, de disfrutar días en familia y de seguir sanos. Pero por
encima de todo, ser humanos, con nuestros defectos y virtudes, con nuestros
genios y arrebatos, con nuestros miedos e inquietudes.

Sí, no es el momento de ser
positivos en sentido estricto con todo lo que está pasando. Con ser realistas
tenemos más que suficiente, y por supuestos seremos mucho Más que guap@s en
todos los sentidos.




Los aplausos de las ocho por la pandemia del Covid

Para mis seguidores de fuera del
país, que sois muchos, contaros que en España, cada tarde, a las ocho, salimos
todas las familias a aplaudir al balcón o a la terraza para agradecer a los sanitarios
todo el esfuerzo que están haciendo con motivo del COVID19 y esta pandemia que
nos trae de cabeza. Después el aplauso se amplió a los farmacéuticos, trabajadores
de la alimentación, transportistas, personal de limpieza, miembros y fuerzas de
seguridad del Estado y resto de trabajadores que siguen en activo para que los
demás podamos quedarnos en casa y no nos falte de nada.

Como paciente de riesgo que soy
debido a que sigo tomando Imatinib, un inmunosupresor para evitar que el GIST
vuelva a aparecer, mañana vienen a hacerme análisis a domicilio, el oncólogo me
atenderá por teléfono y me mandarán la medicación que necesito a mi casa. Esto
sí que es una buena organización y dar la vida por los demás, y el resto
tonterías.

He utilizado por suerte o desgracia
mucho la sanidad pública, y me da pena que nuestros gobernantes la hayan
infravalorado, no sólo al sistema de forma global sino a todos y cada uno de
sus integrantes. Se me cae el alma a los pies cada vez que veo a médicos,
enfermeras, auxiliares y resto de personal sanitario por la televisión sin
equipos de protección individual adecuados, cuando mis amigos hacen turnos de
doce horas con la misma mascarilla y se hacen ellos mismos sus trajes de
protección, o cómo otros se han visto contagiados por atender a sus pacientes
día y noche.

Por eso, creo que los sanitarios
agradecen enormemente los aplausos que les damos a las ocho de la tarde,
pensando en ellos y dándoles ánimo para seguir en estos momentos difíciles.
Ellos ahora son nuestros héroes y así lo entiende el conjunto de la sociedad.
Pero a mí, que me encanta mirar más allá, me gustaría que a la vez que les
aplaudimos, pensáramos que héroes seguirán siendo siempre, y no sólo ahora, por
la crisis del momento, sino después, cuando todo pase.

A partir de ahora, me gustaría
que cada vez que vayamos a una sala de espera de un médico y no nos atiendan a
la hora exacta nadie proteste ni diga ni mu. Me gustaría también que se les
diera una compensación económica importante por todo el esfuerzo que están realizando
por salvar vidas por encima de la suya y la de sus familias, y que luego no se
olvidará y se diga que “era su obligación”. Me gustaría también que se les
hagan contratos dignos y se terminen las contrataciones basura, que salgan
miles de plazas en propiedad para que la formación que han recibido en España
se quede en España, y que se valore a los que sobresalen por encima de los
demás y se les den cargos de responsabilidad en el sector sanitario, y no lo
ocupe un político a dedo que ningún conocimiento tenga del sector de la
sanidad.

Me gustaría también que se tenga
en consideración a los empleados de los supermercados que siguen trabajando sin
descanso y no pongamos mala cara cuando a la cajera le cuesta más pasar los
códigos de los productos por la caja porque tenemos prisa. Que no exijamos que
coloquen un producto que se ha terminado de forma inmediata y que tengamos
paciencia cuando nos toque esperar en la carnicería o la charcutería el turno
que se nos ha asignado.

Que cada vez que abramos la puerta
a un repartidor de productos que hemos pedido por internet seamos amables con
ellos y no les reprendamos si nuestro pedido no ha llegado a la hora exacta.
Que les demos las gracias, les digamos que se cuiden y le sonriamos de verdad,
porque gracias a ellos nos están llegado nuestros ansiados pedidos que nos
mantienen vivos y con ilusión estos días.

También querría que se
considerara la estupenda labor de los farmacéuticos y los empleados de
farmacia, que atienden siempre muy amables y cuyos clientes habituales forman
ya casi parte de su familia. Que igual nos asesoran cuando nos duele la cabeza,
si cogemos un resfriado o tenemos la piel seca. La atención que prestan es tan
integral que salvo en casos urgentes y excepcionales incluso con su
asesoramiento descongestionan las urgencias.

Aplaudir, además, el excelente y
sacrificado trabajo que están realizando los trabajadores de los centros y
residencias de mayores; Cuánto sufrimiento, cuanto dolor, y cómo algunos
incluso han decidido confinarse con sus residentes para hacerles la vida más
fácil, acompañaros las veinticuatro horas y no abandonarlos. Cuando alguien te
critique porque por necesidad o cualquier motivo debamos ingresar a un familiar
en una residencia, recordad que no se le está abandonando, sino dejándolo en
las mejores manos. Esos contratos del personal de geriatría deberían también
revisarse al alza, porque ahora y siempre también son esenciales para nuestros
mayores.

Y sobre todo, hay que aplaudir y
agradecer cada día la apertura del comercio local, ese de proximidad, y de esos
supermercados que abren cada día y nos proporcionan comida sana, fresca y de
calidad. Porque ahora, más que nunca, debemos apoyarnos entre nosotros y sacar
el país adelante.

Así que recordad, cada vez que
salgáis a aplaudir, a lo que ya se ha oficializado como #aplausosanitario no se
nos olvide lo que estamos haciendo con esas ovaciones cuando todo esto termine.
En ese momento, los sanitarios, médicos, enfermeras, auxiliares, y resto de
personal del sistema sanitario español estarán agotados, exhaustos, y entonces
rememorarán todo el horror que han vivido, y deberán seguir. Así que venga,
vamos a continuar sobreviviendo al covid19 pero también a acumular propósitos
para que cando salgamos nosotros les hagamos a nuestros héroes la vida mejor.
Eso sí es de ser MAsqueguap@s! ¿Te apuntas?               




Qué pasará cuando salgamos?

El otro día os hacía la reflexión
de qué haremos cuando salgamos del confinamiento por el coronavirus, pero hoy
quiero haceros pensar sobre en realidad qué pasará de verdad. Una cosa es
hablar de nuestros deseos y lo que queremos hacer, y otra cosa muy distinta es
ser conscientes de qué pasará en realidad y cómo vamos a cambiar como personas,
como sociedad, como familia, como comunidad.

Por una parte y la más fácil,
considero que vamos a extremar más las medidas higiénicas que ahora hemos
puesto en funcionamiento. Ya no nos parecerá raro ver a alguien en el autobús o
en el metro con mascarilla (ya no será objeto de burla pensando que la gente es
muy exagerada) ni a la gente con gel hidroalcohólico en el bolso. Tampoco nos
parecerá extraño que las personas se laven las manos continuamente, y que nos
niños no muevan un dedo sin tener las manos impolutas.

Otra cosa que tardaremos en
volver a realizar son las reuniones masivas o multitudinarias. Muchos de los
contagios producidos por el COVID19 se han producido en manifestaciones,
concentraciones sociales de grandes dimensiones o en reuniones con muchos asistentes.
Por eso nos costará un poco más acudir a un concierto, salir a manifestarnos
por algo en lo que creemos o hacer convocatorias sociales de muchos invitados.
De hecho, considero que las autoridades sanitarias esperarán cierto tiempo
hasta que se permitan las reuniones sociales de un numero alto de comensales,
pero al final todo llegará.

Por otra parte, nuestros vecinos
serán ya parte de nuestra familia. EL poco amable y soso hola que nos decimos
parcamente en el ascensor se convertirá en una charla sobre la familia, la
salud, no sólo del tiempo. En estas salidas a aplaudir a las ocho de la tarde a
los sanitarios, farmacéuticos, personal dedicado a la alimentación,
trasportistas y miembros y fuerzas de seguridad del Estado, entre otros, hemos
generado sin saberlo unos lazos irrompibles con los que viven más cerca de
nosotros.

Una ola de solidaridad con
nuestros mayores dará lugar a que pongamos a los ancianos en el sitio que
realmente merecen. Después de ver esas imágenes en donde ingresados en el
hospital por el COVID19 no los oímos quejarse ni un minuto, esa fortaleza con
la que las personas que viven solas han demostrado conformarse con lo que les
toca, o esos abuelos que se encuentran aislados y su mayor alegría es recibir
la llamada de sus hijos o  nietos. Con
ese ejemplo de fortaleza, valentía y resiliencia que nos han demostrado,
aprenderemos a valorar a nuestros ancianos y echaremos de menos a los que la
enfermedad tristemente se ha llevado en circunstancias muy dramáticas.

También deberemos acordarnos y
estar pendientes de todas esas familias y personas cuyas vidas no podrán
regresar a la normalidad por mucho que nos dejen salir de casa. Son esos que
han perdido a un ser querido y no han podido velarlo ni enterrarlo como
hubieran deseado por las condiciones impuestas por la enfermedad; A todos esos
sanitarios que han trabajando codo con codo extenuados enfrentándose con la
enfermedad y contagiándose de la misma por cuidar a los enfermos, con la fatiga
psicológica que ello conlleva; Y a todos esos trabajadores de farmacias,
supermercados, comercios de alimentación, transportistas y camioneros,
repartidores, y demás servicios mínimos 
denominados esenciales que han tenido que seguir desempeñando su trabajo
sin poder protegerse en casa de la crudeza del virus, y por ende no han podido cuidar
de sus familias tanto como quisieran. A todas esas personas, además de
aplaudirles, deberemos tratarles todavía con más cariño, pues estarán agotados
y psicológicamente desbaratados.

Otra reflexión que os hago es que
seguro que nuestra apariencia física acaba cambiando. Nos hemos dado cuenta con
el confinamiento que no necesitamos tener veinte bolsos y doscientos modelos en
el armario. Con lo básico, y lo que nos queda bien tenemos suficiente. Eso sí, habrá
que darse algún capricho que otro para levantar el ánimo, y lo mejor, por
supuesto, será optar por la moda española, la mejor que tenemos, número uno del
mundo, y por supuesto comprarla en establecimientos de nuestra ciudad, que
habrá que dar un impulso a nuestro comercio de proximidad y a nuestros grandes
almacenes que tanto hacen por la moda España. Y además favoreceremos su
contratación y continuidad en el negocio, que no es poco.

Lo que seguro no va a cambiar, y
aquí os dejo mi reflexión con humor, es el volver a la peluquería. Eso seguro
que se colapsa en cuanto salgamos de casa. Las que llevamos mechas o
coloración, saldremos al exterior con una especie de mechas californianas muy
personales, por decirlo finamente. Las que tienen canas estarán muy de moda,
porque su pelo será bicolor, y las que querían llevar el pelo corto llevarán
una ligera melenita muy mona pero completamente desestructurada. Pero oye, que
igual cambian las tendencias y como ahora se lleva todo, pues que estos
melenones que nos están quedando y estos multicolores en el pelo igual acaban
siendo tendencia!

Pero lo más importante de esta
experiencia, traumática para todos y muy repentina a su vez, debe estar en un
cambio en nuestro interior. Tanto el estar encerrados como en primera línea
enfrentados al COVID19 debe volvernos mejor personas, más empáticas, más
solidarias, más abiertas y felices, y más disfutonas con las pequeñas cosas.
Porque estas experiencias en la vida, y en este caso este sufrimiento universal,
debe abrirnos la mente para valorar al final lo que de verdad importa. Y
eso sí que será ser Más Que Guapa!

Así que mientras tanto, y desde
donde quiera que os encontréis en este momento, apuntaros a cualquier actividad
solidaria para ayudar a los demás. Desde confeccionar mascarillas a escribir
cartas a los enfermos que están solos ingresados, cualquier ayuda es poca para
poner nuestro granito de arena en la sociedad y sobre todo, con la labor de
quedarse en casa estamos evitando el incremento de los contagios masivos, y por
ende, salvando vidas. Así que adelante Mäs Que Guap@s juntos podemos con todo!  




Qué cosas harás cuando puedas salir de casa tras el confinamiento

Después de casi catorce días
confinados en casa por el COVID19 yo ya me he acostumbrado. Cómo es el cuerpo y
la mente, se adapta a las circunstancias con una facilidad pasmosa. Me acuerdo
de mi primera operación, en la que después de casi un mes encerrada en el
hospital, al abandonarlo me caían las lágrimas al dar las gracias a los
médicos, enfermeras y auxiliares de la sanidad pública que tan bien me habían
cuidado. Y eso que llevaba desde el primer día queriendo irme a casa.

En este caso siento un poco lo
mismo. Como ya tengo la experiencia de los encierros hospitalarios, quedarme en
casa es estar en ese lugar que durante tanto tiempo desee estar. Porque a decir
verdad, un día en el hospital se hace tan largo como una semana en tu vida
normal. De ahí que estos días mis pensamientos estén con todos esos pacientes
que están ingresados, sin saber qué pasa, y con la incertidumbre  de qué va a ocurrir con su vida y su
situación, sin poder ver a sus familiares y observando al personal sanitario
exhausto y dando su vida sin descanso por todos y cada uno de ellos.

Así que como ya me he habituado a
este nuevo enclaustramiento involuntario, ahora creo que una buena reflexión
sería preguntarnos qué vamos a hacer cuando salgamos de ésta. Es continuar con
la ilusión de la que os hablé en un artículo hace unos días, y sobre todo tener
una finalidad en la vida, un horizonte que alcanzar, una meta a la que llegar
que nos mantenga activos y alerta.

¿Y sabéis lo que voy a hacer yo
cuando salga de aquí? Invertir en el #madeinspain , o lo que es o mismo, en la
producción y todo lo hecho en España. Porque muchas empresas españolas
están colaborando para que nuestro país salga adelante, con sus medidas
laborales, sus donaciones y aportaciones. Porque España es uno de los países
más bonitos del mundo, y debemos volver a incentivar el turismo en nuestro
país. Porque no tenemos gastronomía mejor (siempre que viajo y estoy de bajón
en el avión de vuelta me acuerdo de nuestro jamón serrano y mi adorada tortilla
de patata, y me cambia el humor) y porque las empresas españolas son las que
dan trabajo y riqueza a los españoles.

Ahora más que nunca tenemos que
estar unidos, y aprender que gracias a las empresas españolas, el esfuerzo de
los sanitarios de nuestro país, las fuerzas de seguridad del Estado, nuestros
empleados de supermercados, farmacias y personal de transporte y limpieza,
entre otros, estamos sobrellevando esta situación con dignidad. Y cómo no,
todos esos voluntarios que vemos cada día en la televisión, que altruistamente
y sin ánimo de lucro llevan comida a los ancianos que no pueden salir, los
jóvenes que ayudan en las tareas de animación y supervisión de las personas más
vulnerables, o los locales de hostelería que han visto cómo se cerraban sus
establecimientos están aportando sus medios para que los camioneros tengan unos
menús caseros a bajo precio y puedan continuar con su tarea que a todos nos
beneficia.

Por eso y en favor de nuestra
sociedad, cuando por fin podamos abandonar nuestras casas porque todo esto haya
pasado, debemos unir nuestras fuerzas para invertir en lo hecho en España.
Comprar productos locales, ayudar al pequeño comercio que ha visto cómo estos
días se cerraban por ley perdiendo sus ingresos, ir a por alimentos a los
mercados y supermercados que tanto nos han abastecido en estos días difíciles,
o encargar vestidos de ceremonia a los modist@s y costureras en sus talleres made
in Spain.

El Corte Inglés, Zara (Inditex en
general), Mercadona, Mango, Room Mate hoteles, Vincci hoteles, OPPO España,
Jaguar Land Rover Iberia, Grupo Palladium, Marriot Auditorium, Novartis, Grupo
L´Loreal a través de La Roche Posây, Auara, Toyota España, Telefónica, Arehucas,
Ikea España, Banco Santander, Más Móvil, Ger Flor Iberia, BBVA, Orange, Repsol,
y  otras muchas han hecho donaciones
sanitarias, puesto a disposición de los pacientes y sanitarios sus
instalaciones o productos, o incluso han reinventado su producción para luchar
contra el coronavirus. Y ¿No es como para estar orgullosos de nuestros
empleadores españoles y de sus trabajadores y directivos?    

Por eso, cuando todo termine y
pase este mal sueño, para recuperarnos de las secuelas que la enfermedad, el
miedo o la muerte de un ser querido nos haya podido causar, invertiremos en
España, nuestro país, solidario, valiente y luchador, y devolveremos a todas
estas Entidades el esfuerzo que para superar el COVID19 han efectuado desde
todos los ámbitos. De esta manera no sólo recompensaremos su esfuerzo, sino que
conseguiremos que nuestros compatriotas mantengan sus puestos de trabajo y se
pueda volver a levantar este país como siempre, y después de tiempos de
dificultad, como siempre hemos hecho.

Invertiremos en los restaurantes,
bares y centros de hostelería que han permanecido cerrados por obligación,
viajaremos y reservaremos nuestra estancias en hoteles de España, compraremos
ropa española, y cuando nos toque comprar comida, nos aseguraremos de que sea de
producción española, para apoyar a nuestros ganaderos y agricultores que ahora
están colaborando con sus tractores en desinfectar locales y pueblos.

Así que cuando finalice esta
pesadilla, el #madeinspain será nuestra seña de identidad para estar
como siempre Más Que Guapas!




Productos de belleza indispensables para utilizar en casa

Hoy ya es hora de que nos
pongamos las pilas. Ya hemos protestado, pataleado, y nos hemos quejado. Pero
como no podemos hacer nada más que seguir confinados sin salir de casa a causa
del COVID19, ¿Por qué no pensar en utilizar parte de nuestro tiempo en cuidarnos
para cuando salgamos estar Más Que Guapas?

Tened en cuenta que si estos días
de encierro no cuidamos nuestra piel de la forma habitual, puede ser que todo
el tiempo y el dinero que hemos invertido durante el invierno se tire por
tierra, y cuando nos den por fin el pistoletazo de salida y podamos salir de
casa no tengamos remedio. Por eso hoy os enseño algunos productos de belleza
imprescindibles que seguro tenéis en casa y en su defecto podéis adquirir en
las farmacias en el caso de que tengáis que acudir a una por extrema necesidad.

PRODUCTOS DE BELLEZA PARA
CUIDARSE EN CASA A CAUSA DEL CONFINAMIENTO

  1.  CREMA NIVEA, la de la lata azul, la de toda la vida. Es uno de los productos estrella que siempre recomiendo en el blog. Ayuda a cicatrizar las cicatrices y heridas, pero además tiene un poder hidratante extraordinario. Muy adecuada para utilizar sobre la piel de todo el cuerpo en aquellos lugares donde haya extrema sequedad, rojez o descamación.
  2. ENDURECEDOR DE UÑAS DE REPAVAR, que regenera y endurece las uñas. Es transparente y seca muy rápido, con lo que podrás llevar unas uñas sanas y estupendas en casa sin problema. Aplicable tanto en las uñas de las manos como de los pies.
  3. ACEITE DE ARGÁN FACIAL DE SEHAQUI. Apto para pieles normales y secas, con aromático a la naranja, es la solución perfecta para utilizar de noche antes de ir a dormir bajo la crema hidratante. Con su agradable aroma cítrico deja la piel suave, hidratada y nutrida.
  4. ADVANCE GENIFIQUE YEUX DE LÂNCOME. Un contorno de ojos que incorpora una fórmula no grasa y su patentada fórmula light-pearl™, que con un aplicador fabricado con acero quirúrgico es perfecto para pieles sensibles y desinflamar bolsas y mejorar las ojeras. Es uno de mis productos de belleza favoritos y lo podéis encontrar en los corners de la firma en El Corte Inglés o en su página web.
  5. CREMA DE LA LÍNEA SKIN FOOD DE WELLEDA. A un precio estupendo, esta crema proporciona una nutrición intensiva y se puede aplicar sobre la piel de la cara y el resto del cuerpo. Especialmente destinada a pieles secas y agrietadas, utilizada como mascarilla facial es perfecta, y utilizándola a pequeños toques sobre el rostro un iluminador natural efecto glow perfecto. WELLEDA es una firma de cosmética natural certificada, sin conservantes, perfumes sintéticos ni sustancias de origen petroquímico. Es la crema SOS más famosa del mercado desde 1926.JABÓN DE CUERPO Y MANOS DE JO MALONE LONDON. Mi firma favorita de productos de belleza corporal, tiene un jabón que se puede usar para ducha o como desinfectante de manos que deja un agradable olor en la piel. Mi fragancia favorita en este producto: English pear & freesia. Mantiene su aroma en el cuerpo incluso una vez seco.
  6. BÁLSAMO LABIAL COLD CREAM DE EAU THERMALE AVÊNE, que siempre os digo que es mi favorito. En casa, y aunque no salgamos al exterior, la piel delicada de los labios se sigue irritando con el encierro, la falta de aire exterior o la calefacción. Por eso es importante mantener continuamente los labios hidratados. Con este bálsamo para labios extremadamente reparador conseguimos una nutrición e hidratación continua y duradera.

Y sobre todo, no olvidéis
perfumaros a diario con vuestra colonia o perfume habitual, ya que con pocos
productos y sin salir de casa se puede seguir siempre Más Que guapa! Y recuerda
que la apariencia física es muy importante para la salud mental, que deberemos
cuidar extremadamente en estos días de encierro.




Cosas que hacer durante la cuarentena por Coronavirus COVID-19

Hoy nos acabamos de enterar que
nuestro confinamiento va a durar más de lo anunciado. Bueno, es lo que
esperábamos todos, aunque en nuestro fuero interno lo quisiéramos negar. Aún no
hemos llegado a frenar la curva, así que tenemos que hacer todo lo que esté en
nuestra mano para frenar el virus y el número de contagios, tanto a personas
vulnerables como al resto de la población. Así que no queda otra, pero por el
momento #YoMeQuedoEnCasa.

Y una vez llevamos más de una
semana confinados, sin ganas ya de hacer nada, sin ánimo, ni ganas y sin poder
salir – ni expectativas de ello -, ¿Qué podemos hacer para poder combatir el
aburrimiento?

IDEAS PARA HACER EN CASA
MIENTRAS ESTAMOS EN CUARENTENA POR CORONAVIRUS

La verdad es que en este estado de permanente sin vivir no nos quedan muchas ganas de hacer actividades lúdicas; entre el teletrabajo, las tareas del hogar y el cuidado de los niños poco tiempo libre queda, y menos gana de hacer algo de disfrute para entretenernos y pasar un rato agradable en casa. Pero aun así, debemos se fuertes y buscar ganas de donde no las haya para poder sobrevivir y no volvernos locos en estos días de confinamiento. Por eso os propongo una serie de ideas fáciles para disfrutar y estar entretenidos en casa mientras dure la situación de aislamiento social por coronavirus. Aquí os dejo unas cuantas ideas:

  1. ELIGE
    CONJUNTOS DE ROPA FAVORECEDORES E INTENTA INNOVAR CON LO QUE TIENES EN EL
    ARMARIO: Cuando te levantes y te vistas, elige conjuntos cómodos pero que te
    gusten y con los que estés favorecida; y si tienes que pegarte media hora para
    ello, tranquila porque ¡Tienes tiempo! Crea tus propios conjuntos y dale rienda
    suelta a tu imaginación: seguro que entre la ropa que hace tiempo que no te
    pones encuentras verdaderas prendas que ahora y por no poder salir redescubres
    y te vuelven a parecer ideales.
  2. HAZ
    ESAS RECETAS DE COCINA que siempre ves en las redes sociales y nunca las haces
    porque no tienes tiempo. Es hora de ampliar la variedad de tus menús,
    aficionarte a la cocina si no te gusta o ampliar horizontes si se te da bien.
  3. Deja
    un espacio de tu tiempo para tu CUIDADO FACIAL Y CORPORAL. La realidad es que
    cuando salgamos, nuestro estado físico si no lo cuidamos se verá resentido con
    tanta inactividad. Por ello, dedica cada día un poco de tiempo a mimarte:
    aprovecha para ponerte esa mascarilla facial que nunca tienes tiempo de
    ponerte, darte crema hidratante por el cuerpo, disfrutando de su aroma, o
    utilizar ese champú para el pelo que te regalaron y te da pena utilizar. Aunque
    ano salgas de casa no tienes que parecer recién salida del sótano.
  4. INICIA
    NUEVAS ACTIVIDADES QUE EN UN MOMENTO DADO TE HUBIERA GUSTADO HACER. Con los
    tutoriales por internet, ahora puedes hacer todo lo que te propongas. Es un
    buen momento para comenzar actividades sedentarias como punto, ganchillo o
    costura. También para hacer tus propios abalorios, customizar tu ropa o quizá
    comenzar a pintar. Es tu momento.
  5. HAZ
    UN POCO DE EJERCICIO DIARIO, pero recuerda que no es el momento de volverte
    olímpic@. Ello significa que realices ejercicio adecuado a tu capacidad y a lo
    que estás acostumbrado hacer; No queremos ni podemos ir a urgencias por ninguna
    lesión que te hayas provocado tú mism@ en casa, y que el confinamiento está
    pensado, entre otras cosas, para no saturar las urgencias.
  6. No
    olvides nunca seguir cultivándote intelectualmente. Por eso, LEER ES
    FUNDAMENTAL: LEER LA PRENSA TRANQUILAMENTE, UN LIBRO O UNA REVISTA DE UN TEMA
    QUE TE GUSTE te mantendrán con la mente firme y en su sitio, y seguirás cuerd@ y
    con el nivel intelectual imprescindible para superar este confinamiento.
  7. Y
    por último y no por ello menos importante, aprovecha para LLAMAR POR TELÉFONO A
    ALGUIEN QUE HACE MUCHO QUE NO VES y has perdido el contacto habitual por falta
    de tiempo. Ahora todos estamos aburridos, con ganas de hablar de temas que no
    sean el coronavirus o el covid19, así que es el momento de recuperar viejas
    costumbres como hablar directamente y no por mensajes o whatsApps. Transmitir
    oralmente nuestros sentimientos, inquietudes y experiencias es algo muy
    enriquecedor y que además nos hace cambiar de aires, actividad esencial cuando
    no puedes salir de casa.

Así que en estos momentos en los
que tenemos tanto tiempo libre por delante, aprovechad y pensad que cuando
volvamos todo volverá a la normalidad, y nunca más volveremos a estar tanto
tiempo en casa. Y es una idea estupenda para estar Más Que Guap@s!




La ilusión en estos momentos de incertidumbre por el coronavirus COVID19

 En estos momentos difíciles, de incertidumbre,
desasosiego y miedo a lo desconocido, hay un sentimiento que estemos donde
estemos, no debe faltar en nuestra actitud: La ilusión. Para sobrellevar estos
días de encierro involuntario, confinamiento o el ya famoso #YoMeQuedoEnCasa , es
imprescindible que nunca nunca perdamos la ilusión.

La ilusión es un sentimiento que
a menudo tenemos y pocas veces reconocemos. En un mundo globalizado, en el que
ahora con un simple click podemos acceder a todo lo que ansiemos, es bueno que
volvamos a rescatar el sentimiento de la ilusión. Ilusión por comenzar un
negocio, ilusión por comprar la primera una casa, ilusión por celebrar una boda
o ilusión por hacer el viaje de tus sueños.

Y eso es lo que nos va a pasar
cuando salgamos de aquí, de nuestra casa, de nuestro hogar. Nos mantenemos
encerrados pensando en lo que podríamos hacer en ese momento, cuando lo que
deberíamos es crear ilusiones para cuando salgamos.

¿Qué tipo de ilusiones tendremos,
qué ilusiones tienes tú? Quizá estos días de confinamiento nos lleven a valorar
las cosas que de verdad importan, y además lo que realmente te importa a ti.
Quizá tantos días sin tener un quehacer atractivo nos pueden llevar a imaginar
qué querremos hacer cuando salgamos, o qué cosas de nuestra vida cambiaremos
cuando todo vuelva a la normalidad. Ilusiones pequeñas, que pueden llegar a
ser, en estos momentos, lo más grande.

Ilusión por ver el mar, Ilusión
por volver a arreglarnos y pintarnos los labios de rojo, ilusión por comernos
un croissant recién hecho o por comprarnos un café para llevar. Ilusión por
volver a dar un paseo por el parque, por ir en bici, por volver a ver el mar…
Pequeñas ilusiones, que antes no valorábamos pero que ahora van a ser la parte
fundamental de nuestra existencia y recuperación.

Y es que la frase “de ilusiones
se vive” se hace ahora y en estos momentos mucho más real. Seguro que al
terminar este confinamiento – y con ello no quiero ser negativa ni agorera – la
situación económica se ve resentida. Por ello la ilusión es ahora mucho más
importante que en cualquier otro momento de la vida que hayamos vivido.
Ahorraremos para comprarnos un mini capricho, administraremos mejor nuestras
finanzas y le daremos a todo lo que tenemos y nos falta el valor real.

Pero la ilusión, ese sentimiento,
nunca debe faltar. Ilusión por volver a vernos, abrazarnos, besarnos sin la
paranoia de que nos vamos a contagiar. Ilusión por volver a reunirnos, a
reírnos, a caminar más de veinte pasos. Ilusión que nos embargará y hará feliz
en cuanto salgamos.

Mientras tanto debemos tener
nuestra mente ocupada para que podamos salir de ésta y cumplamos nuestras
ilusiones al salir. Y esas ilusiones pueden ser profundas o también
superficiales, lo importante es que esas ilusiones nos hagan feliz.

Yo siempre he sido fantasiosa,
con mucha imaginación, así que siempre tengo alguna ilusión en mente. A veces
se hacen realidad y a veces no. Pero después de mis ingresos hospitalarios mi
vida cambió, y la verdad es que desde entonces vivo ilusionada con cualquier
cosa. Me hacen mucha ilusión los viajes, ir al cine, o ponerme un vestido
nuevo. Sí, son ilusiones que nada tienen que ver unas con otras, pero la
realidad es que me hacen feliz. Estrenar un pintalabios, un nuevo maquillaje o
darme una crema fabulosa me hace feliz. Y es que esas cosas me hacen
encontrarme bien, por eso me pone tan contenta hacerlas.

Por eso os recomiendo en estos
días de en ocasiones angustioso encierro, que busquéis ilusiones, fragüeis
ilusiones, y penséis en qué os haría ilusión cuando salgáis. Esas ansias por
hacer lo que os gustaría hacer os mantendrán vivos, firmes, y os ayudarán a
estar en este momento Mäs Que Guap@s!  




Ideas para vestir en casa mientras estamos encerrados por el Coronavirus

Uno de los consejos que
reiteradamente están dando los psicólogos para sobrellevar el confinamiento por
el coronavirus es cumplir una rutina y, por encima de todo, ducharte, vestirte
y asearte como si fuera un día normal y te fueras a trabajar. El teletrabajo y
el encierro con los niños hace que nos dé mucha pereza sacar la ropa del
armario, pero es indispensable quitarse el pijama y ponerse a funcionar
aproximadamente a la misma hora en la que haríamos nuestras tareas en nuestra
rutina habitual.

Estas pautas de conducta no hay
que confundirlas con los mensajes equivocados que muchas veces se oyen en las
redes sociales. Hoy he oído un comentario de una famosa patria que mencionaba
que si le pillaba el coronavirus al menos que le pillara guapa, peinada,
maquillada y, a poder ser, de peluquería. Además de parecerme una broma y
comentario de muy mal gusto, es necesario destacar que el maquillaje es una de las
principales vías de contagio del coronavirus, porque aunque una de las normas a
seguir es no tocarse la cara con las manos, el maquillaje por sí mismo puede
retener el virus, y por ende, me parece absurda la idea de maquillarse o
hacerse ondas mientras estás encerrada en casa.

Otra cosa es que debamos cuidar
nuestro aspecto e imagen para sentirnos bien con nosotros mismos, guapos,
aseados, y con aspecto saludable. Un poquito de crema hidratante con color si
queréis, un pelo limpio y retocado – si así os véis mejor – y sobre todo, una
apariencia estética favorecedora nos harán mantener la salud mental en estos
días de desesperación.

Una cosa es no vestirse de tiros
largos para estar en casa, y otra muy distinta ir deambulando en chandal o con
ropa vieja día si día también por el mero hecho de que nadie te va a ver. Los
leggins, las sudaderas y la ropa de deporte están muy bien para un rato, pero
no para llevarlo todo el día. Es evidente que tampoco hay que ponerse el ultimo
modelo adquirido o tu ropa más preciada, pero sí muy aconsejable cambiar cada
día de conjunto y que éste sea cómodo pero favorecedor al mismo tiempo.

Si realizas teletrabajo desde
casa e incluso te conectas de vez en cuando por Skype o videoconferencia a
distancia, una buena imagen es esencial. Un pantalón ancho para trabajar, que
no apriete ni moleste, de pana o vaquero, y una camisa un poco más formal, dará
una imagen seria de nosotros y además creíble, especialmente cuando tratamos
con un jefe, un cliente o un familiar cercano, que se alegrará de vernos
arreglados y en funcionamiento pleno.

Para hacer las tareas del hogar
es evidente que no proceden las lentejuelas, pero el look de vaquero y camiseta
blanca es adecuado para toda ocasión. Un vestido suelto de flores o colores
veraniegos también puede servir para alegrar nuestro rostro y hacernos creer
que estamos cada vez más cerca del verano y del final del encierro.

Lo esencial desde luego es
levantarse y cambiarse de ropa, y cada día una ropa distinta, porque con el
tema del coronavirus es muy importante que vayamos lavando nuestras prendas a
diario o al menos cada vez que nos las pongamos. Por eso no procede utilizar
vestidos delicados de difícil limpieza, pero las prendas de punto pueden ser
muy atractivas para estos días, ya que son muy actuales, permiten libertad de
movimientos, y resultan cómodas y muy amorosas.

Otra idea que me encanta para
vestir estos días es un peto vaquero, que este año está muy de moda, e ir
jugando con la camiseta o camisa que hay que colocar debajo. Los looks de
camisas boho chic o ciertos outfits tendencia hippie son también una buenísima
opción.

No obstante, elige siempre
prendas amplias y cómodas, pero en especial actuales y favorecedoras. Que si ya
llevamos regular esto del encierro obligado, al menos que nuestra autoestima
siga bien alta y nuestra creatividad y estilo también.

No podemos dejar que la
imposibilidad de salir de casa nos convierta en personas dejadas, sin ilusión y
por ende tristes y alicaídas. Por eso os propongo una idea más para que pase lo
que pase y en este confinamiento involuntario estemos todos siempre Más que
Guapos! 




Reflexiones y actitud mental ante el confinamiento por Coronavirus COVID19

Hoy he de reconocer que aunque todavía no he llegado a mi límite de aguante, que por norma general es bastante elevado, ya van haciendo mella en mi mente los pensamientos acerca de cómo vamos a aguantar tantos días con la misma rutina, misma compañía, mismo lugar, sin salir de casa. Y ese mismo pensamiento me acecha sintiéndome a la vez privilegiada, ya que no hay nada mejor que estar en el hogar dulce hogar.

Quizás es porque este
encerramiento involuntario me recuerda los ingresos hospitalarios que he padecido
en mi vida debido al GIST y a sus secuelas. El primero, casi alcanzó el mes de
duración. El segundo fue de doce días, y el último se acercó a los quince, y en
todos los casos se me hicieron interminables. Lo que me ocurrió en todos ellos
fue que tenia fecha de salida, y sin embargo la misma se dilató por la dichosa
fiebre y flebitis que me han acompañado en todas mis intervenciones y estancias
en el hospital.

Sorprendentemente, esa angustia
que me acompañaba cada día, el pensar que me iría a casa al siguiente y nunca
llegaba, había quedado olvidado en mi mente, porque bien es verdad que ese
suplicio terminó en el mismo momento en el que por fin llegué a casa, a mi
hogar. Cuando dormí en mi cama, me dí mi primera ducha yo sola o cuando
acostaba a mis princesas en sus camas y les daba un beso. Qué rápido se vuelve
a la normalidad, y qué lentos pasan y rápido se olvidan los momentos de
incertidumbre que marcan tu existencia.

Es increíble el poder que tiene
la mente de adaptarse a las circunstancias que van apareciendo, pero también
que ahora, cinco años después de la última operación y ocho y medio de la
primera, recuerde esos momentos como en los de mayor impotencia vital que he
sentido. Y es que el enclaustramiento, la falta de libertad de movimientos, y el
no poder salir por circunstancias ajenas a tu voluntad es una sensación que se
lleva fatal.

Sin embargo, esta vez es distinto
porque estoy en mi casa, con mi familia, en mi sofá, durmiendo en mi propia
cama y pudiendo ducharme con agua potable en cualquier momento. La nevera
llena, la televisión funcionando, el teléfono móvil que me conecta con mis
seres queridos y el ordenador portátil que me permite contactar con el mundo
exterior como si en la misma oficina estuviera.

Y no, ahora no siento impotencia ni
desasosiego, sólo aburrimiento, ganas de querer hacer más e inútil porque en mi
estado de paciente de riesgo no puedo ayudar todo lo que me gustaría. Y sí,
también quizá una ligera astenia o puede que tristeza por no poder llegar a
todo, volver a delegar la realización de los pequeños recados, haber tenido que
abandonar mi rutina de golpe.

Sin embargo esta vez es distinto:
estoy en mi casa, sentada en mi sofá, comiendo comida casera que yo misma
elaboro, en la mejor compañía y durmiendo en mi cómoda cama. Y por el momento
me encuentro sana, bien y con fuerzas, con una ligera intranquilidad de no
quedar afectada por el coronavirus pero sobre todo, de que no alcance a los
míos.

Por eso, cuando estos días – y
suele ocurrirme a última hora – me siento un poco cansada de esta situación, mi
mente me regala los tiempos pasados, mis locuras en el hospital, lo largos que
se me hacían los días y lo rápido que se me olvidó cuando por fin recuperé mi
vida y regresé a casa. Entonces me doy cuenta de que estoy donde debo estar, en
mi lugar favorito, con mis personas favoritas, calentita, con comida, sin
dolores y sin que me falte nada. Porque sé que esto pasará, que sirve para que
nadie sufra en el hospital lo que muchos pacientes están padeciendo, porque
evita la saturación del sistema público de salud y porque permite atender a los
pacientes que lo necesitan en las mejores condiciones. 

Y porque al final, cuando ya no
pueda más, siempre puedo recurrir a ponerme a bailar como una loca con la
música bien alta, con las caras de mis clones en modo alucie, y saltar y cantar
como si no hubiera un mañana. Eso siempre me ha hecho sentir Mas Que Guapa! ¿Verdad
mami?

Así que cuando os llegue el
momento de  bajón, que llegará, pensad
que todo pasará, que enseguida volveremos a 
ver el mar, el sol, sentir la brisa o el viento en la cara, respirar
aire puro en la montaña o simplemente pasear por nuestra ciudad con
tranquilidad. Pasará, lo veréis, y os llevaréis una gran enseñanza de vida de
todo esto: Valorar lo que de verdad importa y que tampoco necesitamos tanto
para ser felices. Porque ahora mismo, con dar una vuelta a la manzana,
sentiríamos la gloria!