1

¿Actitud positiva o realismo frente al Covid19?

Mañana hará cuatro semanas que la
mayoría de españoles estamos confinados en casa. Unas semanas extrañas, por
llamarlo de alguna manera, en las que cada día recibimos una noticia u otra, y ninguna
la verdad ni positiva ni esperanzadora. Las peores son el número de muertos
diarios, que se mencionan en la televisión en cuantía, como si se hablara de
kilos, de euros o de la bolsa que sube y baja. “Hoy hemos tenido 689 muertos,
la mejor cifra de lo que llevamos de pandemia”. La mejor cifra porque como el
día anterior había 743 es evidente que la muerte de 689 muertos nos alivia
soberanamente.

A todos los medios de
comunicación y en especial a los portavoces del Gobierno que cada día salen
para darnos las cifras del día, se les olvida que detrás de cada fallecido,
ahora que ya hemos superado los 15.000, que se dice pronto (y lo pongo en
número porque resulta más escandaloso) hay una familia: Hijos, esposos/as,
madres/padres y amigos que lloran la muerte del ser querido y al que además no
pueden despedir como se merece por las especiales circunstancias que estamos
viviendo por el COVID19. Pero sí, tener hoy 689 fallecidos es una buena
noticia.

Por otra parte nos hablan de la
curva, y si ésta sube, baja, o es plana o en punta. Términos que sólo los
matemáticos o especialistas en estadística entienden. “Qué bien que ha bajado
la curva”, dicen unos, “ahora ya se ha aplanado”, dicen otros. El caso es que
la curva sube y baja y nosotros seguimos encerrados, los contagiados ingresados
y el número de fallecidos incrementado.

Por lo tanto, ¿Cómo es posible
que frente a este drama sigamos siendo positivos? ¿Cómo puede ser que cada día
que nos levantamos pensando en que ya queda menos para salir, pongamos la tele
y nos anuncien que de nuevo van a prorrogar otros quince días más el
confinamiento? Y yo me pregunto, ¿Pero cuantas prórrogas llevamos ya?  ¿Es lunes, martes, ya estamos en abril?

Y sí, reconozcámoslo, esto es
insoportable. Que sí, que buscamos cada día un entretenimiento, que haciendo
pasteles se nos pasa la tarde, que estamos leyendo más libros que si
estuviéramos haciendo el grado en literatura universal y que con tanto
ejercicio sin salir de casa tenemos los brazos mas fuertes que en la vida. Y
sí, somos positivos, alegres, emprendedores, comprensivos… Pero en ocasiones ya
comenzamos a sugerir que estamos hasta el moño.

Las noticias económicas que
llegan a nuestros hogares tampoco son nada alentadoras. Que si cuando salgamos
nos quedaremos sin trabajo, las empresas se irán a pique, tendremos que salir
escalonados y hasta que estos pies puedan pisar un bar aún pasaran tres o cinco
meses, dependiendo de lo que encada momento vayan diciendo. Eso si el bar sigue
en pie, desde luego, porque el dueño ha tenido que perder todos sus ahorros
para seguir con su negocio.

Por eso yo me pregunto,
¿Positivos ante el confinamiento por el COVID19, con este estado de alarma,
estas noticias terribles, tanta gente sufriendo por una cosa u otra? Y la
respuesta es SÍ, en mayúsculas, hay que seguir siendo positivos. Pero seguir
siendo positivos no significa que seamos irracionales o vivamos en un mundo
distinto al que nos rodea. Que pensemos que todo va a salir bien, que en
realidad el covid19 no nos va a afectar o que es el país de las maravillas
porque la vida nos está dando una oportunidad para seguir juntos, pasar ratos
en familia y convertirnos en el mejor concursante de masterchef de todos los
tiempos.

El positivismo ante el COVID19,
desde mi punto de vista, comienza por ser conscientes de la realidad. Darle a
las cosas el valor que tienen; Ser empáticos con aquellos que están tristes por
la pérdida de un ser querido y estar pendientes de ellos, días después de
haberse producido el óbito. Ser emprendedores, buscar fórmulas para paliar este
encierro y ayudar a aportar lo que haga falta: ya sean mascarillas, pantallas,
ideas a través de tutoriales o canciones que alegren al prójimo. En casa,
aguantar nuestro mal genio, nuestro hartazgo, y generar un buen ambiente,
aunque nos hayamos levantado con mal pie. Estudiar, ver series o películas,
entretenernos con lo que nos gusta. A veces, ser egoístas y darnos un pequeño
capricho…

Positivismo sí, pero nunca
irrealidad. No confundamos los sentimientos, lo que está pasando de verdad. No
miremos hacia otro lado, como si no estuviera pasando nada, y de vez en cuando
quejémonos, que razones tenemos y muchas. Eso significa que somos humanos,
realistas y que tenemos ganas de superarnos a nosotros mismos y de continuar. Y
de aguantar, y de seguir.

Porque ser positivos no significa
ser un expendedor constante de sonrisas y purpurina, y gritar a los cuatro
vientos lo felices que somos. Ser positivos comienza por ser realistas, bajar a
veces al suelo y levantarnos otra vez. Ser empáticos con los que lo están
pasando mal, sufriendo, y ayudarles a que salgan adelante.  En eso consiste el positivismo de estos días,
y sí, también en ser conscientes de los afortunados que somos de poder
quedarnos en casa, de disfrutar días en familia y de seguir sanos. Pero por
encima de todo, ser humanos, con nuestros defectos y virtudes, con nuestros
genios y arrebatos, con nuestros miedos e inquietudes.

Sí, no es el momento de ser
positivos en sentido estricto con todo lo que está pasando. Con ser realistas
tenemos más que suficiente, y por supuestos seremos mucho Más que guap@s en
todos los sentidos.




Los aplausos de las ocho por la pandemia del Covid

Para mis seguidores de fuera del
país, que sois muchos, contaros que en España, cada tarde, a las ocho, salimos
todas las familias a aplaudir al balcón o a la terraza para agradecer a los sanitarios
todo el esfuerzo que están haciendo con motivo del COVID19 y esta pandemia que
nos trae de cabeza. Después el aplauso se amplió a los farmacéuticos, trabajadores
de la alimentación, transportistas, personal de limpieza, miembros y fuerzas de
seguridad del Estado y resto de trabajadores que siguen en activo para que los
demás podamos quedarnos en casa y no nos falte de nada.

Como paciente de riesgo que soy
debido a que sigo tomando Imatinib, un inmunosupresor para evitar que el GIST
vuelva a aparecer, mañana vienen a hacerme análisis a domicilio, el oncólogo me
atenderá por teléfono y me mandarán la medicación que necesito a mi casa. Esto
sí que es una buena organización y dar la vida por los demás, y el resto
tonterías.

He utilizado por suerte o desgracia
mucho la sanidad pública, y me da pena que nuestros gobernantes la hayan
infravalorado, no sólo al sistema de forma global sino a todos y cada uno de
sus integrantes. Se me cae el alma a los pies cada vez que veo a médicos,
enfermeras, auxiliares y resto de personal sanitario por la televisión sin
equipos de protección individual adecuados, cuando mis amigos hacen turnos de
doce horas con la misma mascarilla y se hacen ellos mismos sus trajes de
protección, o cómo otros se han visto contagiados por atender a sus pacientes
día y noche.

Por eso, creo que los sanitarios
agradecen enormemente los aplausos que les damos a las ocho de la tarde,
pensando en ellos y dándoles ánimo para seguir en estos momentos difíciles.
Ellos ahora son nuestros héroes y así lo entiende el conjunto de la sociedad.
Pero a mí, que me encanta mirar más allá, me gustaría que a la vez que les
aplaudimos, pensáramos que héroes seguirán siendo siempre, y no sólo ahora, por
la crisis del momento, sino después, cuando todo pase.

A partir de ahora, me gustaría
que cada vez que vayamos a una sala de espera de un médico y no nos atiendan a
la hora exacta nadie proteste ni diga ni mu. Me gustaría también que se les
diera una compensación económica importante por todo el esfuerzo que están realizando
por salvar vidas por encima de la suya y la de sus familias, y que luego no se
olvidará y se diga que “era su obligación”. Me gustaría también que se les
hagan contratos dignos y se terminen las contrataciones basura, que salgan
miles de plazas en propiedad para que la formación que han recibido en España
se quede en España, y que se valore a los que sobresalen por encima de los
demás y se les den cargos de responsabilidad en el sector sanitario, y no lo
ocupe un político a dedo que ningún conocimiento tenga del sector de la
sanidad.

Me gustaría también que se tenga
en consideración a los empleados de los supermercados que siguen trabajando sin
descanso y no pongamos mala cara cuando a la cajera le cuesta más pasar los
códigos de los productos por la caja porque tenemos prisa. Que no exijamos que
coloquen un producto que se ha terminado de forma inmediata y que tengamos
paciencia cuando nos toque esperar en la carnicería o la charcutería el turno
que se nos ha asignado.

Que cada vez que abramos la puerta
a un repartidor de productos que hemos pedido por internet seamos amables con
ellos y no les reprendamos si nuestro pedido no ha llegado a la hora exacta.
Que les demos las gracias, les digamos que se cuiden y le sonriamos de verdad,
porque gracias a ellos nos están llegado nuestros ansiados pedidos que nos
mantienen vivos y con ilusión estos días.

También querría que se
considerara la estupenda labor de los farmacéuticos y los empleados de
farmacia, que atienden siempre muy amables y cuyos clientes habituales forman
ya casi parte de su familia. Que igual nos asesoran cuando nos duele la cabeza,
si cogemos un resfriado o tenemos la piel seca. La atención que prestan es tan
integral que salvo en casos urgentes y excepcionales incluso con su
asesoramiento descongestionan las urgencias.

Aplaudir, además, el excelente y
sacrificado trabajo que están realizando los trabajadores de los centros y
residencias de mayores; Cuánto sufrimiento, cuanto dolor, y cómo algunos
incluso han decidido confinarse con sus residentes para hacerles la vida más
fácil, acompañaros las veinticuatro horas y no abandonarlos. Cuando alguien te
critique porque por necesidad o cualquier motivo debamos ingresar a un familiar
en una residencia, recordad que no se le está abandonando, sino dejándolo en
las mejores manos. Esos contratos del personal de geriatría deberían también
revisarse al alza, porque ahora y siempre también son esenciales para nuestros
mayores.

Y sobre todo, hay que aplaudir y
agradecer cada día la apertura del comercio local, ese de proximidad, y de esos
supermercados que abren cada día y nos proporcionan comida sana, fresca y de
calidad. Porque ahora, más que nunca, debemos apoyarnos entre nosotros y sacar
el país adelante.

Así que recordad, cada vez que
salgáis a aplaudir, a lo que ya se ha oficializado como #aplausosanitario no se
nos olvide lo que estamos haciendo con esas ovaciones cuando todo esto termine.
En ese momento, los sanitarios, médicos, enfermeras, auxiliares, y resto de
personal del sistema sanitario español estarán agotados, exhaustos, y entonces
rememorarán todo el horror que han vivido, y deberán seguir. Así que venga,
vamos a continuar sobreviviendo al covid19 pero también a acumular propósitos
para que cando salgamos nosotros les hagamos a nuestros héroes la vida mejor.
Eso sí es de ser MAsqueguap@s! ¿Te apuntas?               




Qué pasará cuando salgamos?

El otro día os hacía la reflexión
de qué haremos cuando salgamos del confinamiento por el coronavirus, pero hoy
quiero haceros pensar sobre en realidad qué pasará de verdad. Una cosa es
hablar de nuestros deseos y lo que queremos hacer, y otra cosa muy distinta es
ser conscientes de qué pasará en realidad y cómo vamos a cambiar como personas,
como sociedad, como familia, como comunidad.

Por una parte y la más fácil,
considero que vamos a extremar más las medidas higiénicas que ahora hemos
puesto en funcionamiento. Ya no nos parecerá raro ver a alguien en el autobús o
en el metro con mascarilla (ya no será objeto de burla pensando que la gente es
muy exagerada) ni a la gente con gel hidroalcohólico en el bolso. Tampoco nos
parecerá extraño que las personas se laven las manos continuamente, y que nos
niños no muevan un dedo sin tener las manos impolutas.

Otra cosa que tardaremos en
volver a realizar son las reuniones masivas o multitudinarias. Muchos de los
contagios producidos por el COVID19 se han producido en manifestaciones,
concentraciones sociales de grandes dimensiones o en reuniones con muchos asistentes.
Por eso nos costará un poco más acudir a un concierto, salir a manifestarnos
por algo en lo que creemos o hacer convocatorias sociales de muchos invitados.
De hecho, considero que las autoridades sanitarias esperarán cierto tiempo
hasta que se permitan las reuniones sociales de un numero alto de comensales,
pero al final todo llegará.

Por otra parte, nuestros vecinos
serán ya parte de nuestra familia. EL poco amable y soso hola que nos decimos
parcamente en el ascensor se convertirá en una charla sobre la familia, la
salud, no sólo del tiempo. En estas salidas a aplaudir a las ocho de la tarde a
los sanitarios, farmacéuticos, personal dedicado a la alimentación,
trasportistas y miembros y fuerzas de seguridad del Estado, entre otros, hemos
generado sin saberlo unos lazos irrompibles con los que viven más cerca de
nosotros.

Una ola de solidaridad con
nuestros mayores dará lugar a que pongamos a los ancianos en el sitio que
realmente merecen. Después de ver esas imágenes en donde ingresados en el
hospital por el COVID19 no los oímos quejarse ni un minuto, esa fortaleza con
la que las personas que viven solas han demostrado conformarse con lo que les
toca, o esos abuelos que se encuentran aislados y su mayor alegría es recibir
la llamada de sus hijos o  nietos. Con
ese ejemplo de fortaleza, valentía y resiliencia que nos han demostrado,
aprenderemos a valorar a nuestros ancianos y echaremos de menos a los que la
enfermedad tristemente se ha llevado en circunstancias muy dramáticas.

También deberemos acordarnos y
estar pendientes de todas esas familias y personas cuyas vidas no podrán
regresar a la normalidad por mucho que nos dejen salir de casa. Son esos que
han perdido a un ser querido y no han podido velarlo ni enterrarlo como
hubieran deseado por las condiciones impuestas por la enfermedad; A todos esos
sanitarios que han trabajando codo con codo extenuados enfrentándose con la
enfermedad y contagiándose de la misma por cuidar a los enfermos, con la fatiga
psicológica que ello conlleva; Y a todos esos trabajadores de farmacias,
supermercados, comercios de alimentación, transportistas y camioneros,
repartidores, y demás servicios mínimos 
denominados esenciales que han tenido que seguir desempeñando su trabajo
sin poder protegerse en casa de la crudeza del virus, y por ende no han podido cuidar
de sus familias tanto como quisieran. A todas esas personas, además de
aplaudirles, deberemos tratarles todavía con más cariño, pues estarán agotados
y psicológicamente desbaratados.

Otra reflexión que os hago es que
seguro que nuestra apariencia física acaba cambiando. Nos hemos dado cuenta con
el confinamiento que no necesitamos tener veinte bolsos y doscientos modelos en
el armario. Con lo básico, y lo que nos queda bien tenemos suficiente. Eso sí, habrá
que darse algún capricho que otro para levantar el ánimo, y lo mejor, por
supuesto, será optar por la moda española, la mejor que tenemos, número uno del
mundo, y por supuesto comprarla en establecimientos de nuestra ciudad, que
habrá que dar un impulso a nuestro comercio de proximidad y a nuestros grandes
almacenes que tanto hacen por la moda España. Y además favoreceremos su
contratación y continuidad en el negocio, que no es poco.

Lo que seguro no va a cambiar, y
aquí os dejo mi reflexión con humor, es el volver a la peluquería. Eso seguro
que se colapsa en cuanto salgamos de casa. Las que llevamos mechas o
coloración, saldremos al exterior con una especie de mechas californianas muy
personales, por decirlo finamente. Las que tienen canas estarán muy de moda,
porque su pelo será bicolor, y las que querían llevar el pelo corto llevarán
una ligera melenita muy mona pero completamente desestructurada. Pero oye, que
igual cambian las tendencias y como ahora se lleva todo, pues que estos
melenones que nos están quedando y estos multicolores en el pelo igual acaban
siendo tendencia!

Pero lo más importante de esta
experiencia, traumática para todos y muy repentina a su vez, debe estar en un
cambio en nuestro interior. Tanto el estar encerrados como en primera línea
enfrentados al COVID19 debe volvernos mejor personas, más empáticas, más
solidarias, más abiertas y felices, y más disfutonas con las pequeñas cosas.
Porque estas experiencias en la vida, y en este caso este sufrimiento universal,
debe abrirnos la mente para valorar al final lo que de verdad importa. Y
eso sí que será ser Más Que Guapa!

Así que mientras tanto, y desde
donde quiera que os encontréis en este momento, apuntaros a cualquier actividad
solidaria para ayudar a los demás. Desde confeccionar mascarillas a escribir
cartas a los enfermos que están solos ingresados, cualquier ayuda es poca para
poner nuestro granito de arena en la sociedad y sobre todo, con la labor de
quedarse en casa estamos evitando el incremento de los contagios masivos, y por
ende, salvando vidas. Así que adelante Mäs Que Guap@s juntos podemos con todo!  




Qué cosas harás cuando puedas salir de casa tras el confinamiento

Después de casi catorce días
confinados en casa por el COVID19 yo ya me he acostumbrado. Cómo es el cuerpo y
la mente, se adapta a las circunstancias con una facilidad pasmosa. Me acuerdo
de mi primera operación, en la que después de casi un mes encerrada en el
hospital, al abandonarlo me caían las lágrimas al dar las gracias a los
médicos, enfermeras y auxiliares de la sanidad pública que tan bien me habían
cuidado. Y eso que llevaba desde el primer día queriendo irme a casa.

En este caso siento un poco lo
mismo. Como ya tengo la experiencia de los encierros hospitalarios, quedarme en
casa es estar en ese lugar que durante tanto tiempo desee estar. Porque a decir
verdad, un día en el hospital se hace tan largo como una semana en tu vida
normal. De ahí que estos días mis pensamientos estén con todos esos pacientes
que están ingresados, sin saber qué pasa, y con la incertidumbre  de qué va a ocurrir con su vida y su
situación, sin poder ver a sus familiares y observando al personal sanitario
exhausto y dando su vida sin descanso por todos y cada uno de ellos.

Así que como ya me he habituado a
este nuevo enclaustramiento involuntario, ahora creo que una buena reflexión
sería preguntarnos qué vamos a hacer cuando salgamos de ésta. Es continuar con
la ilusión de la que os hablé en un artículo hace unos días, y sobre todo tener
una finalidad en la vida, un horizonte que alcanzar, una meta a la que llegar
que nos mantenga activos y alerta.

¿Y sabéis lo que voy a hacer yo
cuando salga de aquí? Invertir en el #madeinspain , o lo que es o mismo, en la
producción y todo lo hecho en España. Porque muchas empresas españolas
están colaborando para que nuestro país salga adelante, con sus medidas
laborales, sus donaciones y aportaciones. Porque España es uno de los países
más bonitos del mundo, y debemos volver a incentivar el turismo en nuestro
país. Porque no tenemos gastronomía mejor (siempre que viajo y estoy de bajón
en el avión de vuelta me acuerdo de nuestro jamón serrano y mi adorada tortilla
de patata, y me cambia el humor) y porque las empresas españolas son las que
dan trabajo y riqueza a los españoles.

Ahora más que nunca tenemos que
estar unidos, y aprender que gracias a las empresas españolas, el esfuerzo de
los sanitarios de nuestro país, las fuerzas de seguridad del Estado, nuestros
empleados de supermercados, farmacias y personal de transporte y limpieza,
entre otros, estamos sobrellevando esta situación con dignidad. Y cómo no,
todos esos voluntarios que vemos cada día en la televisión, que altruistamente
y sin ánimo de lucro llevan comida a los ancianos que no pueden salir, los
jóvenes que ayudan en las tareas de animación y supervisión de las personas más
vulnerables, o los locales de hostelería que han visto cómo se cerraban sus
establecimientos están aportando sus medios para que los camioneros tengan unos
menús caseros a bajo precio y puedan continuar con su tarea que a todos nos
beneficia.

Por eso y en favor de nuestra
sociedad, cuando por fin podamos abandonar nuestras casas porque todo esto haya
pasado, debemos unir nuestras fuerzas para invertir en lo hecho en España.
Comprar productos locales, ayudar al pequeño comercio que ha visto cómo estos
días se cerraban por ley perdiendo sus ingresos, ir a por alimentos a los
mercados y supermercados que tanto nos han abastecido en estos días difíciles,
o encargar vestidos de ceremonia a los modist@s y costureras en sus talleres made
in Spain.

El Corte Inglés, Zara (Inditex en
general), Mercadona, Mango, Room Mate hoteles, Vincci hoteles, OPPO España,
Jaguar Land Rover Iberia, Grupo Palladium, Marriot Auditorium, Novartis, Grupo
L´Loreal a través de La Roche Posây, Auara, Toyota España, Telefónica, Arehucas,
Ikea España, Banco Santander, Más Móvil, Ger Flor Iberia, BBVA, Orange, Repsol,
y  otras muchas han hecho donaciones
sanitarias, puesto a disposición de los pacientes y sanitarios sus
instalaciones o productos, o incluso han reinventado su producción para luchar
contra el coronavirus. Y ¿No es como para estar orgullosos de nuestros
empleadores españoles y de sus trabajadores y directivos?    

Por eso, cuando todo termine y
pase este mal sueño, para recuperarnos de las secuelas que la enfermedad, el
miedo o la muerte de un ser querido nos haya podido causar, invertiremos en
España, nuestro país, solidario, valiente y luchador, y devolveremos a todas
estas Entidades el esfuerzo que para superar el COVID19 han efectuado desde
todos los ámbitos. De esta manera no sólo recompensaremos su esfuerzo, sino que
conseguiremos que nuestros compatriotas mantengan sus puestos de trabajo y se
pueda volver a levantar este país como siempre, y después de tiempos de
dificultad, como siempre hemos hecho.

Invertiremos en los restaurantes,
bares y centros de hostelería que han permanecido cerrados por obligación,
viajaremos y reservaremos nuestra estancias en hoteles de España, compraremos
ropa española, y cuando nos toque comprar comida, nos aseguraremos de que sea de
producción española, para apoyar a nuestros ganaderos y agricultores que ahora
están colaborando con sus tractores en desinfectar locales y pueblos.

Así que cuando finalice esta
pesadilla, el #madeinspain será nuestra seña de identidad para estar
como siempre Más Que Guapas!




La ilusión en estos momentos de incertidumbre por el coronavirus COVID19

 En estos momentos difíciles, de incertidumbre,
desasosiego y miedo a lo desconocido, hay un sentimiento que estemos donde
estemos, no debe faltar en nuestra actitud: La ilusión. Para sobrellevar estos
días de encierro involuntario, confinamiento o el ya famoso #YoMeQuedoEnCasa , es
imprescindible que nunca nunca perdamos la ilusión.

La ilusión es un sentimiento que
a menudo tenemos y pocas veces reconocemos. En un mundo globalizado, en el que
ahora con un simple click podemos acceder a todo lo que ansiemos, es bueno que
volvamos a rescatar el sentimiento de la ilusión. Ilusión por comenzar un
negocio, ilusión por comprar la primera una casa, ilusión por celebrar una boda
o ilusión por hacer el viaje de tus sueños.

Y eso es lo que nos va a pasar
cuando salgamos de aquí, de nuestra casa, de nuestro hogar. Nos mantenemos
encerrados pensando en lo que podríamos hacer en ese momento, cuando lo que
deberíamos es crear ilusiones para cuando salgamos.

¿Qué tipo de ilusiones tendremos,
qué ilusiones tienes tú? Quizá estos días de confinamiento nos lleven a valorar
las cosas que de verdad importan, y además lo que realmente te importa a ti.
Quizá tantos días sin tener un quehacer atractivo nos pueden llevar a imaginar
qué querremos hacer cuando salgamos, o qué cosas de nuestra vida cambiaremos
cuando todo vuelva a la normalidad. Ilusiones pequeñas, que pueden llegar a
ser, en estos momentos, lo más grande.

Ilusión por ver el mar, Ilusión
por volver a arreglarnos y pintarnos los labios de rojo, ilusión por comernos
un croissant recién hecho o por comprarnos un café para llevar. Ilusión por
volver a dar un paseo por el parque, por ir en bici, por volver a ver el mar…
Pequeñas ilusiones, que antes no valorábamos pero que ahora van a ser la parte
fundamental de nuestra existencia y recuperación.

Y es que la frase “de ilusiones
se vive” se hace ahora y en estos momentos mucho más real. Seguro que al
terminar este confinamiento – y con ello no quiero ser negativa ni agorera – la
situación económica se ve resentida. Por ello la ilusión es ahora mucho más
importante que en cualquier otro momento de la vida que hayamos vivido.
Ahorraremos para comprarnos un mini capricho, administraremos mejor nuestras
finanzas y le daremos a todo lo que tenemos y nos falta el valor real.

Pero la ilusión, ese sentimiento,
nunca debe faltar. Ilusión por volver a vernos, abrazarnos, besarnos sin la
paranoia de que nos vamos a contagiar. Ilusión por volver a reunirnos, a
reírnos, a caminar más de veinte pasos. Ilusión que nos embargará y hará feliz
en cuanto salgamos.

Mientras tanto debemos tener
nuestra mente ocupada para que podamos salir de ésta y cumplamos nuestras
ilusiones al salir. Y esas ilusiones pueden ser profundas o también
superficiales, lo importante es que esas ilusiones nos hagan feliz.

Yo siempre he sido fantasiosa,
con mucha imaginación, así que siempre tengo alguna ilusión en mente. A veces
se hacen realidad y a veces no. Pero después de mis ingresos hospitalarios mi
vida cambió, y la verdad es que desde entonces vivo ilusionada con cualquier
cosa. Me hacen mucha ilusión los viajes, ir al cine, o ponerme un vestido
nuevo. Sí, son ilusiones que nada tienen que ver unas con otras, pero la
realidad es que me hacen feliz. Estrenar un pintalabios, un nuevo maquillaje o
darme una crema fabulosa me hace feliz. Y es que esas cosas me hacen
encontrarme bien, por eso me pone tan contenta hacerlas.

Por eso os recomiendo en estos
días de en ocasiones angustioso encierro, que busquéis ilusiones, fragüeis
ilusiones, y penséis en qué os haría ilusión cuando salgáis. Esas ansias por
hacer lo que os gustaría hacer os mantendrán vivos, firmes, y os ayudarán a
estar en este momento Mäs Que Guap@s!  




Ideas para vestir en casa mientras estamos encerrados por el Coronavirus

Uno de los consejos que
reiteradamente están dando los psicólogos para sobrellevar el confinamiento por
el coronavirus es cumplir una rutina y, por encima de todo, ducharte, vestirte
y asearte como si fuera un día normal y te fueras a trabajar. El teletrabajo y
el encierro con los niños hace que nos dé mucha pereza sacar la ropa del
armario, pero es indispensable quitarse el pijama y ponerse a funcionar
aproximadamente a la misma hora en la que haríamos nuestras tareas en nuestra
rutina habitual.

Estas pautas de conducta no hay
que confundirlas con los mensajes equivocados que muchas veces se oyen en las
redes sociales. Hoy he oído un comentario de una famosa patria que mencionaba
que si le pillaba el coronavirus al menos que le pillara guapa, peinada,
maquillada y, a poder ser, de peluquería. Además de parecerme una broma y
comentario de muy mal gusto, es necesario destacar que el maquillaje es una de las
principales vías de contagio del coronavirus, porque aunque una de las normas a
seguir es no tocarse la cara con las manos, el maquillaje por sí mismo puede
retener el virus, y por ende, me parece absurda la idea de maquillarse o
hacerse ondas mientras estás encerrada en casa.

Otra cosa es que debamos cuidar
nuestro aspecto e imagen para sentirnos bien con nosotros mismos, guapos,
aseados, y con aspecto saludable. Un poquito de crema hidratante con color si
queréis, un pelo limpio y retocado – si así os véis mejor – y sobre todo, una
apariencia estética favorecedora nos harán mantener la salud mental en estos
días de desesperación.

Una cosa es no vestirse de tiros
largos para estar en casa, y otra muy distinta ir deambulando en chandal o con
ropa vieja día si día también por el mero hecho de que nadie te va a ver. Los
leggins, las sudaderas y la ropa de deporte están muy bien para un rato, pero
no para llevarlo todo el día. Es evidente que tampoco hay que ponerse el ultimo
modelo adquirido o tu ropa más preciada, pero sí muy aconsejable cambiar cada
día de conjunto y que éste sea cómodo pero favorecedor al mismo tiempo.

Si realizas teletrabajo desde
casa e incluso te conectas de vez en cuando por Skype o videoconferencia a
distancia, una buena imagen es esencial. Un pantalón ancho para trabajar, que
no apriete ni moleste, de pana o vaquero, y una camisa un poco más formal, dará
una imagen seria de nosotros y además creíble, especialmente cuando tratamos
con un jefe, un cliente o un familiar cercano, que se alegrará de vernos
arreglados y en funcionamiento pleno.

Para hacer las tareas del hogar
es evidente que no proceden las lentejuelas, pero el look de vaquero y camiseta
blanca es adecuado para toda ocasión. Un vestido suelto de flores o colores
veraniegos también puede servir para alegrar nuestro rostro y hacernos creer
que estamos cada vez más cerca del verano y del final del encierro.

Lo esencial desde luego es
levantarse y cambiarse de ropa, y cada día una ropa distinta, porque con el
tema del coronavirus es muy importante que vayamos lavando nuestras prendas a
diario o al menos cada vez que nos las pongamos. Por eso no procede utilizar
vestidos delicados de difícil limpieza, pero las prendas de punto pueden ser
muy atractivas para estos días, ya que son muy actuales, permiten libertad de
movimientos, y resultan cómodas y muy amorosas.

Otra idea que me encanta para
vestir estos días es un peto vaquero, que este año está muy de moda, e ir
jugando con la camiseta o camisa que hay que colocar debajo. Los looks de
camisas boho chic o ciertos outfits tendencia hippie son también una buenísima
opción.

No obstante, elige siempre
prendas amplias y cómodas, pero en especial actuales y favorecedoras. Que si ya
llevamos regular esto del encierro obligado, al menos que nuestra autoestima
siga bien alta y nuestra creatividad y estilo también.

No podemos dejar que la
imposibilidad de salir de casa nos convierta en personas dejadas, sin ilusión y
por ende tristes y alicaídas. Por eso os propongo una idea más para que pase lo
que pase y en este confinamiento involuntario estemos todos siempre Más que
Guapos! 




Reflexiones y actitud mental ante el confinamiento por Coronavirus COVID19

Hoy he de reconocer que aunque todavía no he llegado a mi límite de aguante, que por norma general es bastante elevado, ya van haciendo mella en mi mente los pensamientos acerca de cómo vamos a aguantar tantos días con la misma rutina, misma compañía, mismo lugar, sin salir de casa. Y ese mismo pensamiento me acecha sintiéndome a la vez privilegiada, ya que no hay nada mejor que estar en el hogar dulce hogar.

Quizás es porque este
encerramiento involuntario me recuerda los ingresos hospitalarios que he padecido
en mi vida debido al GIST y a sus secuelas. El primero, casi alcanzó el mes de
duración. El segundo fue de doce días, y el último se acercó a los quince, y en
todos los casos se me hicieron interminables. Lo que me ocurrió en todos ellos
fue que tenia fecha de salida, y sin embargo la misma se dilató por la dichosa
fiebre y flebitis que me han acompañado en todas mis intervenciones y estancias
en el hospital.

Sorprendentemente, esa angustia
que me acompañaba cada día, el pensar que me iría a casa al siguiente y nunca
llegaba, había quedado olvidado en mi mente, porque bien es verdad que ese
suplicio terminó en el mismo momento en el que por fin llegué a casa, a mi
hogar. Cuando dormí en mi cama, me dí mi primera ducha yo sola o cuando
acostaba a mis princesas en sus camas y les daba un beso. Qué rápido se vuelve
a la normalidad, y qué lentos pasan y rápido se olvidan los momentos de
incertidumbre que marcan tu existencia.

Es increíble el poder que tiene
la mente de adaptarse a las circunstancias que van apareciendo, pero también
que ahora, cinco años después de la última operación y ocho y medio de la
primera, recuerde esos momentos como en los de mayor impotencia vital que he
sentido. Y es que el enclaustramiento, la falta de libertad de movimientos, y el
no poder salir por circunstancias ajenas a tu voluntad es una sensación que se
lleva fatal.

Sin embargo, esta vez es distinto
porque estoy en mi casa, con mi familia, en mi sofá, durmiendo en mi propia
cama y pudiendo ducharme con agua potable en cualquier momento. La nevera
llena, la televisión funcionando, el teléfono móvil que me conecta con mis
seres queridos y el ordenador portátil que me permite contactar con el mundo
exterior como si en la misma oficina estuviera.

Y no, ahora no siento impotencia ni
desasosiego, sólo aburrimiento, ganas de querer hacer más e inútil porque en mi
estado de paciente de riesgo no puedo ayudar todo lo que me gustaría. Y sí,
también quizá una ligera astenia o puede que tristeza por no poder llegar a
todo, volver a delegar la realización de los pequeños recados, haber tenido que
abandonar mi rutina de golpe.

Sin embargo esta vez es distinto:
estoy en mi casa, sentada en mi sofá, comiendo comida casera que yo misma
elaboro, en la mejor compañía y durmiendo en mi cómoda cama. Y por el momento
me encuentro sana, bien y con fuerzas, con una ligera intranquilidad de no
quedar afectada por el coronavirus pero sobre todo, de que no alcance a los
míos.

Por eso, cuando estos días – y
suele ocurrirme a última hora – me siento un poco cansada de esta situación, mi
mente me regala los tiempos pasados, mis locuras en el hospital, lo largos que
se me hacían los días y lo rápido que se me olvidó cuando por fin recuperé mi
vida y regresé a casa. Entonces me doy cuenta de que estoy donde debo estar, en
mi lugar favorito, con mis personas favoritas, calentita, con comida, sin
dolores y sin que me falte nada. Porque sé que esto pasará, que sirve para que
nadie sufra en el hospital lo que muchos pacientes están padeciendo, porque
evita la saturación del sistema público de salud y porque permite atender a los
pacientes que lo necesitan en las mejores condiciones. 

Y porque al final, cuando ya no
pueda más, siempre puedo recurrir a ponerme a bailar como una loca con la
música bien alta, con las caras de mis clones en modo alucie, y saltar y cantar
como si no hubiera un mañana. Eso siempre me ha hecho sentir Mas Que Guapa! ¿Verdad
mami?

Así que cuando os llegue el
momento de  bajón, que llegará, pensad
que todo pasará, que enseguida volveremos a 
ver el mar, el sol, sentir la brisa o el viento en la cara, respirar
aire puro en la montaña o simplemente pasear por nuestra ciudad con
tranquilidad. Pasará, lo veréis, y os llevaréis una gran enseñanza de vida de
todo esto: Valorar lo que de verdad importa y que tampoco necesitamos tanto
para ser felices. Porque ahora mismo, con dar una vuelta a la manzana,
sentiríamos la gloria!




Iniciativas de entretenimiento ante el aislamiento por el cornavirus COVID 19

Escalera

Sí querid@s lectores, llevo mucho tiempo sin escribir por aquí, pero es que mi vida personal y profesional no me deja ni cinco minutos diarios para escribir. Sin embargo, con este parón obligado en nuestras vidas, he decidido que estos días de aislamiento obligatorio pueden servir para que vuelva de nuevo a retomar esta actividad, y manteneros entretenid@s un rato mientras nos mantenemos encerrados en casa por motivos de emergencia sanitaria.

 Y es que como ya os he manifestado esta mañana
en las redes sociales, estar encerrados en casa, aunque no lo más deseable, no
es ningún castigo, sino más bien una suerte, a la vista de la situación que nos
rodea. Situación sobrevenida que, por otra parte, estoy convencida nos va a
hacer reflexionar y a enseñar que no necesitamos tanto capricho para vivir, y
que lo que de verdad importa en la vida es la salud.

Por eso hoy os propongo una serie
de pautas que podéis seguir aunque estéis en casa si queréis seguir
Masqueguap@s, porque desde luego, lo que no podemos hacer durante este tiempo
sin salir es abandonarnos y estar todo el día tumbados en el sofá, con el
peligro de atrofia muscular, depresión o astenia generalizada que ello
conlleva.

RECOMENDACIONES PARA SEGUIR EN
CASA DURANTE EL PERIODO DE AISLAMIENTO POR EL CORONAVIRUS (COVID 19)

  1. Sigue tu rutina habitual de higiene y belleza. Sigue cuidando tu piel, aplicando las cremas y tratamientos dermoestéticos habituales, y no abandones las prácticas de limpieza e higiene corporal diarias. Porque para evitar contagios es imprescindible seguir los cuidados corporales y faciales esenciales.
  2. Intenta seguir un horario y unos hábitos en materia de sueño, alimentación, higiene y realización de tareas del hogar lo más parecido a tu vida diaria habitual. Y si puede ser, el fin de semana aprovecha para cambiar de actividad, aunque ésta siga siendo desarrollada dentro del domicilio.
  3. Arréglate un poco aunque estés en casa y no salgas a la calle. La dejadez personal puede que después de tanto enclaustramiento te siga acompañando cuando termine esta medida de restricción. No quiere decir que te vistas de fiesta o como si fueras a salir, pero pelo arreglado, ropa de estar en casa cómoda pero favorecedora o piel cuidada son tres elementos que hará que mantengas tu autoestima en estos días. La excusa de que no te va a ver nadie no sirve, porque lo más importante es que tú te veas bien.
  4.   No seas dramático e intenta sonreír y vivir esto con la mejor de tus sonrisas. Nadie dice que vaya a ser fácil, pero recuerda que no estás solo y vives en comunidad. Si desprendes mal genio, ansiedad o preocupación lo transmitirás a los tuyos y enrarecerás el ambiente. Que nos han mandado a casa, no a sufrir al hospital, a la guerra o a una batalla campal. Recuerda la frase mítica de “hogar, dulce hogar” y disfruta de estar protegido, en calma y en familia, aunque la relación a veces sea a distancia y vía telefónica.
  5. Cuida tu salud. Sigue tomando tu mediación habitual, sigue una dieta sana e intenta hacer algo de ejercicio en casa, aunque sean meros estiramientos musculares. En su defecto, corres el riesgo de atrofiarte, cansarte en exceso o enfermar por causa distinta al coronavirus. Recuerda que esta medida de aislamiento se ha adoptado para evitar saturar la sanidad pública.
  6. Disfruta con aficiones sedentarias que habías abandonado por falta de tiempo. Un buen libro, una serie de televisión que llevamos tiempo intentando ver o una buena película son opciones perfectas para pasar el rato.
  7. Aprovecha para organizar la casa. Cambio de armarios, organización de cajones o comienza el cambio de ropa de temporada. Cualquier cosa menos estar quietos.
  8. No hagas locuras absurdas. Esto es, no es el momento de empezar nuevas aficiones si son de riesgo o exigen un estado físico óptimo. Así que cuidado con los tutoriales de disciplinas de exigencia, o subirse a escaleras altas para pintar el techo porque te aburres. Recuerda que no debes hacer actividades de puedan suponer lesione que conlleven una atención sanitaria hospitalaria.
  9. Y para finalizar y cuando estés hart@ de la cuarentena, pensad en que nuestros profesionales sanitarios están dándolo todo con el riesgo que conlleva, y en los empleados de farmacias, supermercados, policías, bomberos, transportistas y servicios mínimos que no se pueden quedar en sus domicilios, a pesar de que el virus sigue activo. Y entonces os daréis cuenta de nuestra fortuna y de que es una suerte poder quedarnos protegidos y en nuestra casa.

Espero que con estos consejos os
sean más llevaderos estos días encerrados y podáis seguir, como siempre, Más
que guap@s! Y yo por mi parte y como ya os adelanto en las redes sociales,
pondré mi granito de arena para entreteneros lo mejor posible. Feliz
aislamiento!