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El valor de la moda

Sabéis que me encanta la moda y no es algo ni reciente ni pasajero; esta afición lleva acompañándome toda la vida, desde que era pequeña y acompañaba a mi madre, siempre elegante, al atelier de un famoso modista cuando le hacía sus vestidos y conjuntos. Algunos todavía los tiene, y pienso guardarlos como un tesoro. Recuerdo que mientras se probaba, como me aburría un poco – cosas de la edad – me entretenía enredando entre los vestidos que estaban colgados o me escapaba en silencio al taller, en donde asomada desde las cortinas de la entrada me encantaba ver los últimos vestidos de novia que estaban en proceso. No sé si os he contado alguna vez que los vestidos de novia y los de fiesta siempre han sido mis favoritos, incluso los diseñaba ya desde mi tierna infancia, siempre imaginando vestidos vaporosos, con caída y telas magníficas.

También he disfrutado mucho viendo cómo a mi padre le hacían los trajes a medida. Qué momentos familiares tan bonitos, todos opinando, y yo mirando y aprendiendo sobre telas, combinaciones de colores y la diferencia entre la ropa de invierno y verano. Recuerdo esas telas de raya diplomática fuera de lo común, el príncipe de Gales, aprender lo que era el ojo de perdiz y en especial las corbatas, mi complemento masculino favorito.

Todos son recuerdos de mi infancia y juventud, que lejos de resultar frívolos o superficiales, eran ratos en familia muy entrañables y en los que aprendí y me empapé de la cultura de la moda. No me he criado viendo revistas de moda, que también, sino observando y aprendiendo de los mejores, verdaderos profesionales, y de un oficio que era y es todo un arte.

En Más Que Guapa hacemos especial hincapié en la moda porque tiene un alto valor terapéutico. Y sí, no te encuentras igual cuando vas desaliñada porque no te encuentras bien que cuando te arreglas un poco aunque sigas sin mejorar. La imagen, cuando nos falta la salud, el ánimo o la actitud por problemas diversos, es muy importante para recuperar la autoestima, y una fórmula perfecta para encontrarte mejor.

El valor de la moda

Y todo aquel que piense que la moda y el querer ir vestir de forma adecuada adecuada en cada momento es algo banal y superficial no sabe lo que dice. En mis casi cinco años con el blog he descubierto que el mundo de la moda es mucho más receptivo con los problemas de salud que muchas de las grandes asociaciones de enfermedades que se vanaglorian de ayudar a los demás y que en algunas ocasiones dejan de hacerlo. Por propia experiencia sé que el mundo de la moda y de la belleza luchan cada día, además de por sobrevivir en un mundo en el que todo se critica, por ayudar y dar soluciones cuando tu momento no es el mejor. Esto es, una de sus principales misiones es hacernos sentir Más Que Guapas.

Por eso, y porque hoy tenía ganas, y porque me ha dado mucho en este gran proyecto que sigo llevando entre manos, quiero levantar una lanza a favor del mundo de la moda y de todo lo que hay detrás. De los diseñadores, modistas, sastres, costureras y patronistas, entre otros, que sobreviven casi sin ayudas, y de todos aquellos que asesoran entre bambalinas para que luzcas perfecta y muestres siempre tu mejor versión.

El mundo de la moda mueve millones de euros cada año en nuestro país y da empleo a miles de personas. Por eso, y por encima de la imagen, la publicidad o lo que se puede proyectar, os animo a que cada vez que compréis una prenda valoréis el trabajo que hay detrás, de diseño, de horas de trabajo, de confección y de composición, y que sepáis valorar que tras cada prenda hay mucha gente involucrada e ilusionada para que te sientas Más Que Guapa.

Por eso, y porque mi mentora siempre me inculcó que es mejor tener una prenda buena que varias de baja calidad, porque además a la larga sale más caro, os animo a que compréis moda, a que valoréis la moda y a que apreciéis la moda, porque la moda es arte, cultura, y en definitiva, respeto a los demás, porque si en ella sería imposible estar Más Que Guapa!




Ropa para ir de viaje

Últimamente estoy un poco sorprendida de las fotos que veo en Instagram. Y es que como me encanta viajar, suelo seguir a algunas celebrities que enseñan a través de sus fotos sus últimos viajes, a tierras más o menos lejanas, luciendo sus mejores prendas. Está claro que esos outfit que llevan son fruto de campañas publicitarias que las promocionan, pero lo que más me sorprende es que la gente corriente tiende también a exhibir fotos en distintos paisajes con toda sus galas, o modelitos a mi juicio imposibles y poco adecuados para disfrutar de una excursión, un viaje largo o una visita a un museo.

Por eso hoy se me ha ocurrido hablaros de la ropa más adecuada para llevaros de viaje, y por ende, de los complementos que os podéis llevar para disfrutar del mismo. Porque ¿Alguien me puede explicar cómo se puede viajar en avión trece horas con falda y sandalias, con el frío que hace en los aviones? Y digo yo, ¿Qué necesidad hay de llevarte a la otra punta del mundo unos pendientes de brillantes con los que lo único que vas a conseguir es perderlos o que sean objeto de deseo de los amigos de lo ajeno?

Querid@s lectores, norma número uno: Para viajar hay que vestir cómoda. Y sí, ese vestido que te acabas de comprar monísimo minifaldero no es cómodo. Ni para el coche, tren o avión. Una blazer o americana, salvo que viajes por trabajo, no es cómoda. Que no queda bien visitar la Alhambra como si fueras una ejecutiva de una gran firma, que no, que puedes lucirla en otro momento, pero que de viaje como que no. Los escotes, faldas cortas, tirantes finos y lentejuelas no son cómodos para viajar.

La segunda norma es cuidado con los vaqueros. Ideales cuando vas de excursión, de paseo por una ciudad de ensueño y perfectos para transitar por tus lugares favoritos. Eso sí, descartados en los viajes de larga duración en los que tengas poca movilidad. A no ser que sean amplios, dificultan la circulación y sólo pueden causarnos molestias. Mejor utiliza en tus desplazamientos pantalones anchos, que no aprieten y te cubran toda la pierna. Deja las bermudas para pasear, pero sobre todo si viajas en transporte público, ya que el aire acondicionado con las piernas al aire puede jugarte una mala pasada.

Tercera norma: No te lleves de viaje tus últimas adquisiciones en moda, y menos si su importe es elevado. Si viajas en avión recuerda que es probable que tu maleta se extravíe, y en cualquier caso si te llueve, graniza o nieva en el destino ¿Qué necesidad tienes de que se estropeen tus tesoros? Nada de visones, prendas delicadas ni ropa cara. Lo único que puedes conseguir es perderla o estropearla.

Cuarto consejo: Llena tu maleta de camisetas de algodón, básicas blancas o con cualquier estampado. Son perfectas para cualquier momento del viaje y muy favorecedoras, y combinan con todo tipo de pantalón, falda o short. Son muy socorridas y si llevas varias, una para cada día, tendrás la maleta solucionada.

Quinta recomendación: Opta por jerseys o chaquetas cómodas de punto de colores básicos – azul marino, negro, camel o beige – aptas para cualquier conjunto, haga frío o calor. Pegan con todo y te las puedes poner varias veces.

Y la última y no por ello menos importante: no olvides llevar en tu maleta zapato cómodo en todo momento. Evita los tacones, los zapatos en punta o cualquier otro tipo de calzado que después de una caminata pueda destrozar tus pies. Opta por las sneakers que ahora están tan de moda: son ideales, comodísimas y aptas para todos los públicos. Con ellas puedes recorrer el mundo sin machacar tus pies y luciendo a la última.

Los bolsos, mejor cruzados o tipo mochila y nunca abiertos, ya que puedes perder lo que lleves dentro de valor, en especial la documentación del viaje y los documentos de identidad esenciales para proseguir tu viaje. Y por favor, calcula un modelo para cada día. La maleta no es uno de mis fuertes, y suelo volver del viaje con la mitad de la maleta sin sacar. La ropa no necesita viajar, así que no hagas como yo y planifica tus conjuntos antes de meter la ropa; evitarás exceso de carga y pensar cada mañana en el qué me pongo porque hay tantas opciones que no te decides.

Así que si te vas de viaje, recuerda dejar en casa tus objetos de valor, las prendas incómodas y complementos excesivos y opta por el confort y la comodidad, céntrate en disfrutar y así estarás como siempre ¡Más Que Guapa!




La importancia de la salud mental

Sé que tengo el blog un poco olvidado; sí, lo sé. Desde que he comenzado mi faceta de instagramer como @emma_masqueguapa y mis eventos de blogger no paro, pero hoy he hecho un hueco para retomar mi actividad porque llevo ya un tiempo queriendo haceros reflexionar sobre un tema que considero fundamental para estar Más Que Guapa, y es la importancia de la salud mental.

Ayer se celebró el día mundial del cáncer, y una influencer de renombre colgó en sus redes sociales un acto protocolario que había organizado en Madrid la AECC, con la presencia de su Majestad la Reina. En dicho evento se hizo especial incapié en el hecho de la importancia de la asistencia psicológica no sólo a los pacientes con cáncer, sino también a sus familias. De hecho una de las estadísticas me llamó enormemente la atención, porque los familiares al acabar el tratamiento oncológico presentaban un grado de ansiedad y depresión mayor que los propios pacientes, y era algo en lo que se debería reflexionar.

No sólo esta estadística me ha hecho volver a escribir. También el hecho de conocer a tanta gente y socializar a veces en exceso hace que me fije en la personalidad o actitudes de personas que, sin saberlo, deberían pedir ayuda psicológica. Nerviosismo excesivo – con o sin causa -, sobredimensión de problemas – a veces inexistentes – o al revés, pasotismo frente a las adversidades o fatalidades imposibles, además de cambios bruscos de humor, hacen que desde hace algún tiempo haya reflexionado sobre lo importante que es cuidar la salud mental.

Por salud entendemos únicamente la salud corporal, pero la salud mental es casi más importante que la física, ya que sin ella puede incluso que perdamos nuestra propia esencia, nuestra identidad, y lo que realmente somos. Sin embargo y desde un punto de vista social, parece que ir al psicólogo o psiquiatra es cosa de los mal llamados “locos”, cuando la labor de estos profesionales con respecto a sus pacientes es inmensa y nada valorada, y consiste en sanar nuestra patología mental.

No es normal tener cambios de humor variables sin causa; no es normal tener ataques de ansiedad de forma repetida; no es normal no querer levantarte de la cama y estar aislado y no es normal llevar una enfermedad con una entereza inusitada, como si la vida no pasara por nosotros. Y cuando hablo de enfermedad me refiero a cualquier tipo de problema de entidad: una separación matrimonial, un fracaso laboral o un desengaño amoroso, entre otros.

Para superar los reveses de la vida que afectan a nuestro bienestar mental se necesita ayuda médica, y no podemos ni debemos dejar a los que nos rodean la carga de ayudar a superarlos. Y lo sé por propia experiencia y por mis circunstancias laborales, en las que tengo la suerte de trabajar con un excelente psiquiatra que me ha ayudado a entender que las patologías mentales son igual de importantes que las físicas y que con una buena ayuda médica y el tratamiento oportuno se pueden superar, porque muchas veces su origen es orgánico y conociendo la causa se pueden solucionar.

Cuando inicialmente me diagnosticaron el GIST hace siete años – siete ya – me hice la fuerte. Al principio no entendía lo que era, ni lo que iba a suponer para mi vida. Como al principio creía que iba a morirme, cuando vi que esa no era la idea me pareció todo más o menos estupendo. Fue la segunda operación, después de casi cuatro años, y algún ingreso hospitalario en medio, lo que me llevó a pedir ayuda para sobrellevar lo que yo no podía entender. Bueno, en realidad fue una de mis amigas íntimas, mi querida gemelita, la que me cogió por las orejas y me hizo acudir al médico, empezando por el de atención primaria, que ahora son los que inicialmente se encarga de valorar estas patologías. Y así mi vida cambió.

Y es que no se puede con todo, y menos con un diagnóstico tremendo, el fallecimiento de un ser querido o una desilusión que llega a cambiar tu vida. Y es que no podemos hacer recaer sobre los que nos quieren la difícil tarea de tirar de nosotros hacia adelante, de aguantar los lloros e incertidumbres, o los cambios de humor. Por eso es importante que tomemos conciencia de que cuando uno está decaído, no duerme, tiene exceso nerviosismo sin motivo o no puede con su vida necesita ayuda psicológica. Y es que la salud mental, lo que antes se llamaba la salud del alma, es casi o más importante que la física, porque sin ella puede llegar a hundir personas, familias, ilusiones y en definitiva, toda una vida.

Así que retomando el tema del estudio llevado a cabo por la AECC, animaros a que si anímicamente no os encontráis bien, no podéis superar un problema – a pesar de que lo intentéis – del tipo que sea o tenéis alguien alrededor que consideréis que lo necesita, ya sabéis lo que hay que hacer. Porque la salud mental es tan importante como la física, y hay que cuidarla casi o más que la del resto de nuestro organismo.

Si necesitáis asesoramiento en este sentido podéis mandarme un email privado que será completamente confidencial a emma@masqueguapa.es y os podré poner en contacto con los mejores especialistas en la materia, como el Dr. González Torrecilla o la Dra. Elkatif, ambos con consulta en Zaragoza. En la sanidad pública hay también grandes especialistas, pero para ello deberéis pasar antes por vuestro médico de cabecera.

Así que ya sabéis, cuidar vuestra salud mental o la de los que os rodean, porque sin ella y por mucho que os maquilléis o vistáis a la moda, será imposible que en realidad estéis Más Que Guap@s!